martes, 16 de julio de 2013

COMENTARIOS Y RESPUESTAS AL TEXTO DE ALETHEIA «EXIGENCIAS ÉTICAS PARA UNA NUEVA POLÍTICA» (III).

 DelacroixLa Libertad guiando al Pueblo (1830)
A LA AUTÉNTICA FRATERNIDAD SIEMPRE SE LE OPONE DURA RESISTENCIA.

Continuamos con el debate habido acerca del texto "Ética y trabajo en relación a una política basada en la libertad y la justicia", que se ha ido publicando en este blog (partes  I, II, III, IV y V). Introducimos la pregunta III y su respectiva respuesta o réplica elaborada por Francisco Almansa, autor del trabajo original anteriormente citado:

Pregunta: “…hablar de igualdad, de garantizar que el Bien Común sea efectivamente común, del poder legítimo del político aquel que afirma a todos como Comunidad Soberana, y a cada uno, en tanto que sujeto, como Soberano…no corresponde a una exigencia ética sino más bien a una moral utilitaria (los medios están subordinados a los fines), dentro de una democracia representativa. Esta forma política, caracterizada por la delegación de mi responsabilidad, se encuentra en contradicción con una ética individual que es necesariamente autónoma en su acción pero en el marco de un espacio de libertad público”.

Respuesta: Más bien parece que utilitaria es precisamente la ética propuesta por Savater (mencionado en una parte de la pregunta propuesta) cuando, en última instancia, la ética, que es para él irreductiblemente personal, tiene un claro fin que, según sus propias palabras, sería “percibir, discernir, debatir y resolver tensiones que aparecen en su seno” (el del cuerpo social).

En consecuencia, se deduce de lo dicho anteriormente que la excelencia personal es el medio para resolver conflictos. Ahora bien, como resulta que para Savater el ser humano no posee esencia, resulta que la excelencia no es sino la mejor herramienta que poseemos para enfrentarnos a las tensiones del cuerpo social. Algo tan abstracto como «excelencia», «sensibilidad», «saber percibir», etc., es la contradicción principal de toda la corriente filosófica postmoderna, tanto de izquierdas como de derechas, ya que supone eludir la responsabilidad de definir al ser humano para desvelar la raíz del sufrimiento que radica en el mismo, tanto como sujeto individual, como sujeto de acción colectiva. Pero esto es algo que, de una manera más clara que el postmodernismo, han venido haciendo las filosofías e ideologías comprometidas con el sistema, que no es en el fondo sino el pedir buena voluntad para arreglar «las tensiones», sin que la esencia de las relaciones reales de poder cambien.


Caspar David Friedrich, Luna saliendo sobre el mar (1822)

Para nosotros, la fraternidad, por ejemplo, no es un medio, sino un fin en sí mismo; y no la queremos porque vayamos a ser más felices por ella, sino porque queremos ser lo que profundamente sentimos que somos, y lo demás ya vendrá por añadidura. Una ética de la fraternidad no sería, por tanto, sino la conciencia racional de nuestro ser fraternal, que como autoconciencia de esta dimensión de nuestra esencia no tiene tampoco carácter de medio, pues la autoconciencia de lo que somos es lo que nos hace ser más nosotros mismos.

Cuando hablamos de igualdad, Comunidad Soberana, Sujeto soberano, etc., no estamos tratando de seguir ideas más o menos bonitas, sino que estamos tratando de activar lo que a nuestro entender es el código genético de nuestra humanidad no biológica. Pues si de alguna manera todo ello no estuviese ya en nosotros, de ninguna manera sería buscado. Dicho de otra manera: No Ética sin Utopía; y sin Utopía el ser humano es mero autómata del contexto sin conciencia alguna de trascendencia. Pero tampoco se trata de una Utopía cualquiera, como una forma de ensoñación estéril o de meta voluntarista que nos lleva a la postre a frustración, sino de descubrirnos de la misma manera que un médico quiere descubrir la esencia de salud, porque evidentemente existe la enfermedad. (Sigue).

miércoles, 10 de julio de 2013

COMENTARIOS Y RESPUESTAS AL TEXTO DE ALETHEIA «EXIGENCIAS ÉTICAS PARA UNA NUEVA POLÍTICA» (II)

Continuamos con el debate habido acerca del texto "Ética y trabajo en relación a una política basada en la libertad y la justicia", que se ha ido publicando en este blog (partes I, II, III, IV y V). Introducimos la pregunta II y su respectiva respuesta o réplica elaborada por Francisco Almansa, autor del trabajo original anteriormente citado:

CUANDO LA ÉTICA ES RELATIVA.
 George GroszEl entierro de Óskar Panizza (1917)
2.- En relación a: “Así que la transparencia, la moralidad exigida no están directamente ligadas a mi ética, o a una supuesta ética política, sino a las reglas, normas, leyes…, que conviene cambiar o adaptar en función de los problemas que la sociedad pone en evidencia (desahucios, corrupción...). Además, mi ética puede estar en desacuerdo con los valores sociales vigentes”.

Respuesta: Los valores que predicó, por ejemplo, Cristo, no estaban de acuerdo con los vigentes de su tiempo, de ahí que «exigiese» a los que «voluntariamente» querían seguirle, que tuviesen un comportamiento fundado en un conocimiento más profundo del alma humana, válido para uno y para todos.

Si la ética solo me vale para mí, entonces las relaciones sociales están moldeadas conforme a un puro concepto instrumental; sin embargo, como el individuo ha de vivir en sociedad, resulta que ha de someterse a unas relaciones instrumentales que, como tales, siempre responden a la consecución de unos fines. Pero si los fines no son éticos, esto es, no responden a las exigencias de lo que somos en tanto que seres que aman, piensan, deciden, etc.…, es que entonces somos meras piezas de la máquina social cuyas claves de funcionamiento estarán en manos de los llamados tecnócratas, y no es casualidad que son los que más se benefician del oficio.

Los problemas de desahucios, corrupción, etc., no son problemas técnicos sociales, sino la consecuencia de la relativización de los valores éticos debido a las desigualdades de poderes económico y político entre individuos y entre estados, que necesitan ser enmascarados bajo conceptos que excluyan del análisis los valores referenciales y constitutivos de la ética: Justicia, Libertad, Bien, Mal, Igualdad, Verdad,..etc.

 Balthus, La partida de naipes (1948-50)
Los engaños de las subprime de las financieras de EEUU que inundaron el mundo de bonos basura no son un problema técnico, aunque sí un problema social, evidentemente, y al ser un engaño por el cual se trataba de obtener ganancias produciendo pérdidas a otros, es una cuestión de pura ética. Nada de esto tiene que ver con costumbres sociales, leyes, normas, etc., pues las leyes lo prohíben; las reglas y las normas se han de atener a las leyes, y las costumbres, aunque puedan ser equivocadas, se basan en la presunción de verdad de las mismas.

El único referente por el cual el hombre contemporáneo puede defender su libertad y su dignidad frente a la complejidad inducida por la artificialidad de gran parte de sus relaciones, debida a su vez al enmascaramiento de las relaciones vigentes de poder, es la Ética; pues por ella puedo juzgar, no sobre “contabilidad creativa”, “eficiencia del mercado” y así un largo etcétera, pues sobre esto puedo entender poco o nada, sino en relación a comportamientos que humanizan o deshumanizan, que es en última instancia lo que nos interesa a todos y sobre lo que sí debo entender.

Conforme a lo anterior, a mi parecer, ante la pregunta de qué es ético, la respuesta no puede ser otra que aquello que nos humaniza. Pues como humanos necesariamente tenemos que tener mucho en común, y pretender tener una ética relativa solo a mi subjetividad significaría, por interés que se tenga en la propia excelencia, el que como humano nada tengo en común con los otros humanos, excepto la sensibilidad que me predispone a la solución de problemas que se suponen comunes, pero que al no afectarme en el mismo grado, nuestras actitudes frente a los mismos no van a coincidir con la misma intensidad. De aquí la exigencia de una ética de la fraternidad o aquella que puede sacarnos de nosotros mismos, por alta que sea la excelencia que personalmente se haya alcanzado. Y este sacarnos de nosotros mismos no es sino la plena toma de conciencia de nuestra radical contingencia sin los otros.

El problema de las éticas subjetivas es precisamente este: el olvido de que nosotros en absoluto nos hemos dado el Ser, y en eso somos radicalmente hermanos.

lunes, 1 de julio de 2013

COMENTARIOS Y RESPUESTAS AL TEXTO DE ALETHEIA «EXIGENCIAS ÉTICAS PARA UNA NUEVA POLÍTICA» (I)

En el contexto del debate habido acerca el texto "Ética y trabajo en relación a una política basada en la libertad y la justicia", que se ha ido publicando seriadamente en este blog (partes I, II, III, IV y V), introducimos algunas preguntas y objeciones que en su momento se plantearon acerca del mismo, con sus respectivas respuestas o réplicas (que se irán publicando también por partes), y que han sido elaboradas por Francisco Almansa, autor del trabajo original anteriormente citado. Son las siguientes:

Fred Zinnemann, Un hombre para la eternidad (1966)
1.- Se dice que "una ética individual no puede exigir del otro un comportamiento ético".

Respuesta:
Desde nuestra concepción de la ética, ésta no puede separarse de los comportamientos sociales y, por tanto, de la moral, pues la ética no es sino una elevación racional de esta última (la moral), por cuanto constituye una reflexión crítica de las costumbres, las cuales se diferencian por su naturaleza eminentemente acrítica.

El origen de la ética, como su etimología indica (ethikos=habitual=costumbre), es la moral, pero como decimos, constituye un esfuerzo crítico sobre la moral, o sea, las costumbres, para que éstas se ajusten a los valores de la libertad y de la razón. Asimismo, no hay ética que solo me «sirva» a mí, pues esto significaría que el imperativo propiamente ético del deber-ser sería puramente subjetivo, y que, como tal, nada tendría que ver con la razón; pues en la medida que apelamos a ésta ya estamos en el seno de unas relaciones que nos atañen a todos.

Ahora bien, la ética tiene su fundamento en el esfuerzo desenmascarador del subjetivismo vinculado a los privilegios de clases sociales que trataban de justificarlos por «razones» que solo ellos podían entender, sencillamente porque si no se era como ellos, dichas razones eran inaccesibles. Este «deber ser privilegiado» basado en la subjetividad de un grupo «selecto», o bien de un personaje excepcional, como el rey absoluto, fue el que la ética desenmascaró cuando, sobre todo en la Ilustración, lo que debe ser se asoció afortunadamente a la razón; con lo cual lo que no puede ser (como razón que limita la subjetividad conforme a las reglas de la razón) pasó a ser el árbitro entre los diferentes candidatos a deber ser, que por desgracia son incompatibles la mayor parte de las veces entre sí.

Incluso Deleuze, analizando la ética de Espinoza, hace suya esta definición de la misma: «la ética es la ciencia práctica de las maneras de ser». Ahora bien, nada hay más objetivo, menos subjetivo, y, por tanto, individual como una ciencia.

Henri-Georges Clouzot, El salario del miedo (1953)
Desde el momento que 'ética' es igual a deber ser racional, puedo exigir del otro un comportamiento ético; esto es: que su comportamiento, que él basa en su «deber ser», cumpla un requisito mínimamente racional, lo cual quiere decir entre otras cosas que me trate como un ser humano y no como una cosa. Por eso las éticas racistas, que son formas subjetivas de grupo, o bien las éticas solipsistas de los tiranos, como la de Calígula (en la obra del mismo nombre que escribe A. Camus, que no es sino una ética nihilista), al carecer de la racionalidad del reconocimiento de los otros como seres con voluntad propia e inteligencia racional equivalente a la de ellos, no son sino antiéticas, porque al prescindir de la racionalidad prescinden también de la humanidad.

Eisenstein, ¡Que viva México! (1932)
Al exigir al otro que me trate como un ser humano, yo mismo estoy aplicando una ética racional, y valga la redundancia, pues en la medida que le exijo tal comportamiento, lo estoy tratando a su vez con la dignidad de un ser humano. Pues es evidente que tal exigencia no se la puedo dirigir ni a un tigre ni a una piedra.

De lo anterior se concluye, a mi parecer, que la ética trasciende mi particularidad para adquirir rango universal, en tanto en cuanto exigimos y nos exigimos el relacionarnos como seres humanos. Algo que evidentemente no podemos remitir al ámbito de las «reglas, normas, leyes…, etc.», ya que no somos humanos por las mismas, sino que más bien nos pueden deshumanizar; y de ahí la exigencia de que nos afirmen  como aquello que somos, pues de lo contrario no serán éticas.

De lo dicho surge a la vez otra exigencia ética, pues si la ética nos impone el deber de tratarnos como humanos -a sí mismos y a los otros-, es también un deber el profundizar en el conocimiento de nuestra humanidad.
(También puede consultarse en este mismo blog: LA INOCENCIA)





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