sábado, 24 de mayo de 2014

ERICH FROMM: LA DICOTOMÍA ENTRE LO PÚBLICO Y LO PRIVADO COMO SÍNTOMA DE UNA SOCIEDAD ENAJENADA

«La enajenación entre hombre y hombre tiene por resultado la pérdida de los vínculos generales y sociales que caracterizaban a la sociedad medieval y a casi todas las sociedades precapitalistas. [Cf. el concepto de Gemeinschaft (comunidad) por oposición al de Gesellschaft (sociedad) (...)]. La sociedad moderna está formada por “átomos” (para emplear el equivalente griego de “individuo”), pequeñas partículas extrañas la una a la otra, pero a las que mantienen juntas los intereses egoístas y la necesidad de usarse mutuamente. Pero el hombre es un ser social con una profunda necesidad de participar en un grupo, de colaborar con él, de sentirse miembro de él. ¿Qué les ha pasado a esas tendencias sociales del hombre? Se manifiestan en la esfera especial del terreno público, que es absolutamente independiente del terreno privado. Nuestros tratos privados con nuestro prójimo están gobernados por el principio del egoísmo: “Cada uno para sí, Dios para todos”, en flagrante contradicción con las enseñanzas cristianas. El individuo se mueve por intereses egoístas y no por solidaridad con su prójimo y amor hacia él. Estos últimos pueden manifestarse secundariamente como actos privados de filantropía o de bondad, pero no forman parte de la estructura básica de nuestras relaciones sociales. El terreno de nuestra vida social como “ciudadanos” es independiente de nuestra vida privada como individuos. […] (120)
[…] [Los] asuntos sociales no se sienten como una realidad personal, y de ahí que no sean causa de preocupación, aunque sí de una buena dosis de intolerancia. […] Lo que causa interés y preocupación es el sector privado e independiente de la vida, no el sector social, universal, que nos relaciona con nuestros semejantes.» (121)
«Lo que importa de verdad es transformar los juicios de valor en cuestión de gustos, o de opiniones, ya se trate de escuchar La flauta mágica o de hablar de trapos, o bien de ser republicano o de ser demócrata. Todo lo que importa es no tomar nada demasiado en serio, intercambiar opiniones, y estar dispuesto a admitir que una opinión o convicción (si es que tal cosa existe) vale tanto como otra. En el mercado de opiniones se supone que todo el mundo tiene una mercancía del mismo valor, y es indecoroso e injusto dudarlo.» (136)
E. Fromm, Psicoanálisis de la sociedad contemporánea, Madrid, Fondo de Cultura Económica, 1956.

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