viernes, 28 de octubre de 2011

SÓLO LA GRATUIDAD ES VERDADERAMENTE LIBRE


 
Luigino Bruni, profesor de Economía Política en la Universidad de Milán y uno de los teóricos de la llamada «Economía de Comunión», expone en uno de sus libros, que citamos aquí, una reflexión que aporta, a nuestro parecer, una de las claves en que deberá basarse una sociedad que aspire a ser realmente libre. Esto es, una sociedad donde podamos realizar las cosas por sí mismas, y no por otras externas a ellas, normalmente en forma de compensaciones. De ahí la importancia de la vocación y de la eliminación del lucro como base de todo el funcionamiento social. He aquí la cita:

«La fuerza de muchas experiencias de economía social radica en el valor que dan a la gratuidad. Al nacer por “vocación”, llevan el sabor específico de la gratuidad. Tal vez solamente lo que nace de una vocación interior pueda ser verdaderamente gratuito por ser verdaderamente libre. Efectivamente, sólo sonde habita la libertad hay gratuidad, y sólo la gratuidad es verdaderamente libre

Luigino Bruni, El precio de la gratuidad, Ciudad Nueva, 2008, p. 60.

sábado, 22 de octubre de 2011

PRÓXIMA CONVOCATORIA EN TORNO AL PROYECTO 'OPCIÓN TRANSPARENCIA'


El próximo martes día 25 tendrá lugar el próximo encuentro en torno al proyecto Opción Transparencia en la Sala de Juntas del Centro Cívico Casa de las Sirenas (Alameda de Hércules, s/n. Sevilla), a las 17:00 horas, cuya exposición sucinta podéis consultar en http://aletheia-informa.blogspot.com/2011/09/opcion-transparencia.html

jueves, 20 de octubre de 2011

LA PERFECCIÓN


 

 Escribe Ingmar Bergman en uno de los diálogos de la película Sueños, de 1955, una reflexión en torno a la perfección que hemos querido rescatar aquí porque nos parece sin duda certera, además de dotada en sí misma de hermosura. A propósito de un collar de perlas, dice el personaje en cuestión:

«Son todas diferentes, con sus particularidades, y aun así, juntas forman un conjunto de una enorme fuerza. Una pequeña orquesta llena de perfectos virtuosos. [….] Esto sin duda es la perfección absoluta.»

viernes, 14 de octubre de 2011

PSICOLOGÍA DE LA AUTORREALIZACIÓN


Kenneth Noland, Abril (1960)

Traemos aquí unos breves extractos del libro del psicólogo transpersonal Antonio Blay, Ser, en el que pueden hallarse interesantes intuiciones que nos muevan a la reflexión:

«La felicidad, como os decía un día, no es nunca el producto de lo que me viene del exterior, la felicidad es en qué medida yo abro y permito que lo que ya soy se manifieste. La felicidad es el resultado de lo que doy, nunca el resultado de lo que los otros me dan, y esa felicidad es infinita. En el aspecto individual se vive como un foco, pero arriba es un océano y este foco es un foco de ese océano. Entonces esta conversión, esta metanoia, este giro completo, por el cual yo descubro que la fuente de la felicidad, que la felicidad misma, no es nunca el producto de algo, sino que es más bien algo ya original, algo que es la base de todo que ya está totalmente presente, es un descubrimiento que uno tiene que constatar y reafirmar, porque nuestra mente está educada de manera que cree siempre que la felicidad nos es dada desde el exterior. [….]

De manera que el secreto de la felicidad es abrirse a esa dimensión que uno es y ha sido siempre. La felicidad soy yo mismo. No yo tal como funciono habitualmente, sino yo en un sentido auténtico, en un sentido profundo, y eso es extraordinariamente importante porque podríamos decir que nuestra vida funciona mal debido a que estamos siempre buscando la felicidad donde no está. Y eso crea un montón de líos y dependencias: necesito a unas personas y, como las necesito para sentirme querido, quedo atado a lo que aquellas personas me exigen y entonces hay una batalla. No quiero dar pero en cambio quiero recibir, y me meto en cosas que no son realmente lo que estoy buscando.

Mis conflictos interiores siempre vienen porque no me dan lo que yo espero y en cambio me exigen lo que no quiero dar. En general, la problemática de la humanidad está centrada en un problema de carencia afectiva, aunque realmente la problemática no es esa: la problemática es que hay una falta de visión que las personas la viven como una carencia afectiva. Descubrir eso experimentalmente es fundamental porque cambia nuestra actitud hacia las personas y hacia la vida. La vida deja de ser esa búsqueda constante de compensaciones, de satisfacciones, de gratificaciones. Me puedo llenar directamente y así la vida se convierte, no en una búsqueda de felicidad, sino en un medio a través del cual yo doy, expreso la abundancia de mi propia felicidad y expreso esa felicidad de un modo inteligente, de un modo creativo, de un modo activo. Lo que antes era una como una especie de juego dramático, lo que muchas veces se vivía como tragedia, exactamente lo mismo, al vivirlo en otra dirección, desde la plenitud de las formas, entonces se convierte en un juego creativo, recreativo, y es cuando hay el gozo de dar, de crear; doy de mi abundancia, y al dar y crear es como si renovara, en un plano más elemental, el gozo que ya soy en un plano más superior. Éste es el verdadero sentido, de momento, de nuestra existencia».

ANTONIO BLAY, SER. CURSO DE PSICOLOGÍA DE LA AUTORREALIZACIÓN, Índigo, 2006, pp. 315-317.

sábado, 8 de octubre de 2011

MIREN ETXEZARRETA: CAPITALISMO SENIL



Miren Etxezarreta
Catedrática emérita de Economía Aplicada de la UAB
Ilustración tomada de http://jalaparevealed.wordpress.com

Los medios de comunicación nos inundan con temas financieros: deudas, evaluaciones de agencias, tipos de interés, primas de riesgo, las probables consecuencias de todo ello, etcétera. Intentemos mirar más allá de estas apariencias y probemos a detectar algunos aspectos de lo que realmente significa el sistema económico en el que vivimos. Fundamentos que son iguales desde la consolidación del capitalismo, pero que ahora se muestran en toda su crudeza.

En primer lugar, aparece con fuerza la idea de que el sistema es totalmente tributario del crédito. No se debe olvidar que el crédito supone que se gasten en el presente los recursos del futuro. El capitalismo actual no puede subsistir, no tiene capacidad de reproducirse a sí mismo más que utilizando más y más recursos del futuro, dando saltos adelante hacia el vacío. Es también un sistema dirigido por unos agentes que controlan lo que llaman mercados, cuyo único objetivo es obtener el máximo beneficio para ellos. Esto siempre ha sido así en el capitalismo, pero ahora se hace explícito y adquiere la máxima legitimación. No les preocupa el crecimiento, la producción o el empleo. El mayor o menor bienestar para la población que el sistema pudiera generar subsidiariamente ha de estar totalmente subordinado a los fines de estos agentes.

Quienes dominan los mercados –unos pocos agentes financieros de enorme poder–, y quienes trabajan para ellos –unas agencias de evaluación cuyo carácter arbitrario y especulativo está ampliamente demostrado– parecen ser quienes controlan el mundo. Tres grandes agencias oligopolísticas dictaminan las decisiones del capital, estructurado en muy pocos pero imponentes conglomerados financieros. El resto de poderes están difuminados, debilitados, incapaces de controlar a estos grandes operadores mundiales. En todos los casos, los mercados y sus agentes dictarán la política que consideren adecuada, que consiste esencialmente en dar todas las facilidades al capital global. Muy pocas personas con inmenso poder someten al mundo.

Las estructuras políticas que llamamos democráticas y por las que los países más ricos se rigen desde hace 200 años están siendo cada vez más marginadas. Esta crisis está desvelando con claridad el papel instrumentalizado y subordinado de la política. El poder económico dictamina la política. Los poderes políticos se encuentran impotentes para domeñar estos poderosos agentes, para regular la vida económica, mucho más para dirigirla. Los mercados imponen la orientación económica y la vida política está cada vez más supeditada a sus indicaciones. Es cada vez más dictatorial y está alejada de cualquier objetivo relacionado con el bien común. Las contradicciones entre distintos tipos de capital aumentan. El capital financiero cada vez deja menos espacios para el ámbito de lo real. La producción de riqueza real, la capacidad de producir bienes y servicios, tiene cada vez menos importancia en los objetivos de quienes toman las decisiones, se ha convertido en mero instrumento de la acumulación financiera. No importa si cumplir los objetivos financieros supone deteriorar grave y permanentemente la capacidad de producir riqueza. El único objetivo es el de aumentar la riqueza financiera, el dinero del que se pueden apoderar, aunque esta impresionante acumulación de riqueza consista en poco más que en complicadísimas anotaciones contables de capitales ficticios. El capital financiero fagocita a las fuentes reales de producción de riqueza y en el proceso se devora a sí mismo, pues sólo se produce riqueza en la esfera de lo real.

Este capitalismo es cada vez menos capaz de distribuir la riqueza que se genera de forma que proporcione unos niveles de vida adecuados. La explotación de muchos por muy pocos es cada vez mayor y a su vez genera contradicciones que dificultan el mantenimiento del sistema. La población cada vez puede esperar menos que el empleo le proporcione niveles de vida adecuados, no puede hacer un proyecto para su vida: vivirá cada vez peor y más subordinada a la riqueza de unos pocos. Ni económica ni ideológicamente se legitima el sistema, y de ahí que intensifiquen el recurso a la represión.

Es la dinámica de un sistema insaciable que necesita devorar más y nuevos recursos –humanos, naturales, financieros– cada día. Todas las medidas son insuficientes. Controladas las periferias, tratan ahora de apoderarse del centro del sistema: se hunde la periferia europea más débil, después van a por España e Italia, se comienza a mencionar a Bélgica e incluso a la potente Francia. Por primera vez se pone en cuestión la fortaleza de Estados Unidos. Algunos afirman que son los síntomas de un importante cambio de poder: la decadencia del poder del hasta ahora centro a la consolidación del poder de los países emergentes. En cualquier caso, el sistema es cada vez más inestable, cualquier cambio lo altera, las turbulencias son crecientes y no cesan. Las crisis, más frecuentes.

¿Puede mantenerse, sobrevivir, un sistema de estas características?, ¿o asistimos más bien a la inviabilidad del capitalismo, fagocitado el poder por sus mismas fuerzas? ¿Es Saturno devorando a sus hijos por miedo a perder el poder? Lo que está muy claro es que toda está dinámica es muy perjudicial para las poblaciones y los países. Llevamos años asistiendo a una enorme reestructuración del poder que ha conducido a la última crisis, de la que no está nada claro que se esté consiguiendo salir. Nada podemos esperar del capitalismo senil que está dispuesto a las mayores crueldades para mantenerse. Estamos en la cubierta del Titanic plenamente conscientes del hundimiento. La única posición lógica es trabajar para lograr cuanto antes un sistema alternativo. Muy pocas personas con inmenso poder controlan el mundo.

Aparecido en el diario Público el 20 de agosto de 2011.

sábado, 1 de octubre de 2011

RESUMEN DE LA CHARLA-COLOQUIO: NUEVOS VALORES PARA UN NUEVO TIEMPO.

C. D. Friedrich, En un barco velero. 1818-20.


Córdoba, 20 de septiembre de 2011.
Ponente: Francisco Almansa González, Presidente de la asociación Aletheia.

A la hora de hablar y tratar de clarificar el significado de viejos y nuevos valores, parece importante reflexionar, en primer lugar, acerca de lo que entendemos por tales. Parece plausible entender un valor como aquello que al afirmarse y ser afirmado, nos afirma; y al ser negado nos niega. Tales afirmaciones y negaciones pueden ser tanto directas como indirectas. En cambio, los antivalores serían aquellos que, al afirmarse, nos niegan, y, al negarse, nos afirmamos. Un ejemplo muy claro de estos últimos serían, por ejemplo, las drogas: nos hacen sentir bien en un primer momento, pero, a la postre, acaban negándonos.
Hemos definido tres grandes conjuntos de valores, que pueden enunciarse como sigue:
A) Valores objetivos: son aquellos que nos afirman dentro de determinados límites cuantificables o medibles (por ejemplo, la salud). Suelen ser los propios de la ciencia.
B) Valores esenciales o subjetuales (que no subjetivos): Son aquellos que no son determinables porque por ellos somos lo que somos, y, en tanto que tal, libres. Es por ello que pueden también denominarse valores de la libertad. Son, pues, los que nos afirman como aquello por lo que inmediatamente nos reconocemos o identificamos como nosotros mismos. En relación a lo anterior, pues, podemos afirmar que la libertad no consiste en otra cosa que en la afirmación de la propia singularidad, de manera que nos podamos diferenciar de aquello que no somos relativamente. Es, por tanto, lo que nos permite ser nosotros mismos.
Estos valores son patrones en su género; por lo tanto, no pueden ser medidos. Cada persona es única; y medir lo que en ella es única es una contradicción, puesto que una medida supone una determinación de lo que es sí mismo; lo que significa forzarla a no ser sí mismo.
El verdadero patrón de la mismidad es aquel que la ama, y, por lo tanto, busca únicamente afirmarla. O sea: que cada uno llegue a ser el patrón de sí mismo. En la medida que una conducta es determinable, lo que se mide es la falta de mismidad, y esto implica una identificación excesiva con lo que no se es.
En estos valores se incluyen, por tanto, el pensamiento, el amor y la voluntad. En efecto, se produce la coincidencia con nosotros mismos cuando amamos, pensamos o nos afirmamos debidamente. Cuando no ocurre esto, por el contrario, no logramos sentirnos ya plenamente nosotros mismos. Ahora bien, ¿cómo conocemos si esa afirmación de los valores esenciales es la debida? ¿Cómo sabemos si no se encuentra impregnada de subjetividad? Fundamentalmente, a partir de las posibilidades que puede realizar. Y, efectivamente, son precisamente los valores esenciales los que más potencialidades poseen para ello. Así, un amor muy localizado podrá realizar, asimismo, muy pocas posibilidades, al mismo tiempo que tenderá, por su propia localización excesiva, a deformar o desequilibrar otros valores esenciales (un amor fetichista, por ejemplo, tenderá a focalizar asimismo en demasía al pensamiento y la voluntad, convirtiéndolos en buena medida estériles). Por el contrario, cuanto más universal sea un amor, más afirmará, asimismo, a otros muchos seres -posibilitando que sean más sí mismos-, y más creativos y llenos de posibilidades podrá conformar al pensamiento y la voluntad asociados a él; y viceversa.
René Magritte, Le Retour (1940)
C) Valores Fin: Son aquéllos en los que la Libertad se hace presente, por lo que las realizaciones de los mismos se hacen por sí mismas. Se trata, por tanto, de realizaciones libres. Son, podemos decir, los límites de una realización. Mientras que las realizaciones libres son un fin en sí mismas, las que se realizan por un fin que no les pertenece son realizaciones relativas, y por tanto no libres.
Que la libertad se hace presente significa que la realización de un Valor Fin no necesita compensación, por lo que es un regalo en sí misma. Pero también quiere decir que la libertad se nos hace presente. O sea, que adquiere una forma objetiva. Sin embargo, su objetividad o determinabilidad depende de la Libertad o Mismidad. Es un mundo que posee, por tanto, sus propios límites, al contrario del que se manifiesta en los Valores objetivos, en los que se revela la autolimitación1 del ser; mientras que en los Valores Fin el ser es autopresencia o autoapertura, pues en ellos la Libertad es un presente.
Los Valores Fin son, como presentes abiertos, los que sugieren nuevas posibilidades de realizaciones por sí mismas, pues ellos mismos son valores por sí mismos. Por lo tanto, el fin de todo futuro es siempre el Valor por sí mismo.
Mientras que los valores esenciales tienen que exteriorizarse, poseer un objeto, los valores Fin son, como se ha dicho, son aquéllos donde la Libertad se hace presente. Son los valores por sí mismos, y, por tanto, la negación de la relatividad. Los esenciales son expresión de nosotros mismos, pero si no se exteriorizan o se proyectan no nos sentimos plenamente realizados. Esa expresión constituye, precisamente, los Valores Fin. Un ejemplo es el arte, el cual es expresión u objetivación de la propia libertad. Una obra de arte ya no determina, sino que inspira. Así ocurre también, por ejemplo, con un gesto bello, que supera los límites más o menos constrictivos de la moral, convirtiéndose, pues, en puramente gratuito. Los Valores Fin constituyen, pues, los valores a alcanzar, porque no imponen, sino que inspiran, esto es, sugieren posibilidades, sin determinar.
El conflicto entre valores.
-Valores relativos / Valores Fin.
Mientras que los primeros exigen compensación, los segundos son por sí mismos, por lo que expresan gratuidad. Los Valores Fin poseen su compensación en su propia realización; no se realizan, por tanto, por otra cosa.
En consecuencia, un mundo realmente libre es aquel en el cual los objetivos supremos vienen constituidos por aquellos que se realizan por sí mismos, mientras que los que se hacen por un objeto externo a ellos mismos se subordinan a los primeros. Puede afirmarse, pues, que cuando todo se hace por otra cosa se vive en una sociedad que fácilmente podríamos calificar de mercenaria.
Sandro Botticelli, Alegoría de la primavera (1478-82)
-Valores laicos / valores religiosos.
Los primeros son relativos a la convivencia social en relación al Tiempo presente; los segundos a la moral en relación a fines últimos. El verdadero conflicto que se presenta entre ambos no es otro que el de la localización de las verdaderas fuentes de la moral: ¿dónde situarlas? ¿por qué hemos de hacer lo que debemos hacer? Es evidente que aquí, en última instancia, no pueden ni deben situarse valores pragmáticos, los cuales, por una parte, no pueden constituirse verdaderamente en fuente de valor, y, por otra, pueden dar lugar, como de hecho ocurre, a frecuentes abusos.
Nuestro planteamiento aquí es que ambos pueden ser compatibles a través de un valor superior: el valor de la Inocencia. Entendemos al inocente como el que, presenciándose, presencia al otro como un fin en sí mismo y no lo utiliza nunca como un medio. No se trata de un estado pasivo, sino plenamente activo de afirmación de la singularidad del otro. Por lo tanto, es también negación activa de todo aquello que como institución o persona utilice a los otros como medios. Es, por tanto, una ley de leyes. En la historia no dejamos de tener ejemplos de ello: Jesús, Buda, Marx, Einstein, etcétera. Todos ellos se caracterizaron por presenciar a otros antes ignorados y prácticamente invisibles, devolviéndoles la dignidad que les corresponde, o bien entregando por sí mismo el fruto de su trabajo para elevar nuestro nivel general de conciencia, a fin de ampliar también nuestras posibilidades de todo tipo.
Así pues, desde el punto de vista del valor de la inocencia, no tiene porqué existir conflicto entre los valores laicos y los propiamente religiosos. El problema surge cuando tanto la sociedad laica como las propias instituciones religiosas utilizan a los seres humanos, e incluso a ellas mismas, para fines externos a los que les corresponden, como ocurre también desgraciadamente con demasiada frecuencia.
-Valores del individuo / valores sociales.
Como es bien sabido, los primeros persiguen fines particulares, la exaltación de las cualidades personales y el reconocimiento del éxito, mientras que los segundos aspiran a bienes tales como la cooperación, la solidaridad, el cuidado por lo público, etcétera, por lo que inevitablemente entran en conflicto. No obstante, ambos pueden ser conciliados por lo que denominamos como Singularidad solidaria. Efectivamente, el inocente, tal y como queda entendido más arriba, es el que, afirmándose en su propia vocación, que constituye una gratificación por sí misma (y que, por tanto, toma sólo lo justo para poder continuar con su labor), afirma a su vez a los demás. Es ésta, pues, la que entendemos como singularidad solidaria. Así pues, el fin es que las realizaciones personales puedan constituir un presente para los otros, de la misma manera que recibimos siempre, a través de la solidaridad social, los presentes de los demás. La singularidad solidaria constituye, pues, el fin social capaz de conciliar los dos polos de la individualidad y los valores sociales.
-Valores de la eficacia / valores ocio.
Los primeros afirman el trabajo racionalizado en relación a la productividad; los segundos el disfrute pasivo de lo realizado. Es el propio carácter externo del primero el que conduce a la pasividad no creativa del segundo. Ambos pueden ser superados por el trabajo libre (creativo o vocacional) y la contemplación inspiradora, ya que el primero constituye una realización por sí mismo, por lo que su ocio no será pasivo, sino activo, inspirado a su vez por las realizaciones de otros.
Marc Chagall, Ángel azul
Resumen.
-Transparencia o Inocencia: Actuar para que los otros sean valores en sí mismos y no medios2.
-Gratuidad: Que lo que se realice tenga valor por sí mismo; por lo tanto no implica más compensación que la energía real consumida en su realización.
-Justa compensación: Se tiene derecho solamente a la restitución de lo consumido tanto para reproducir en condiciones óptimas la fuerza de trabajo gastada en la conservación de la misma, como de toda la energía necesaria para la realización de lo que tiene un valor por sí mismo.
-Trabajo libre: Es el trabajo que se realiza por sí mismo. Es aquélque implica vocación, y en el que lo realizado y la realización más coinciden. En el trabajo libre concurren: a) la realización personal; b) la creatividad; c) la eficacia; y d) el bien social.
-Singularidad solidaria como Valor Fin humano: Es la clave educacional para la construcción de un nuevo mundo, pues supone que la afirmación de la singularidad de cada uno implica la afirmación de la singularidad de los demás. Asimismo, tal concepto vale para otras diferencias esenciales del ser. Por ejemplo: que la afirmación de la singularidad humana en tanto que tal ha de afirmar a su vez la singularidad de la Naturaleza; etc.
1Limitación es aquí límite a la presencia o límite como presente.
2Un medio carece de transparencia porque en la medida que es, es para otra cosa diferente a él mismo, luego visto en sí mismo es absurdo. Su valor es para ser utilizado.

Relacionado con estos temas le recomendamos: LOS VALORES DEL SER.
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