lunes, 2 de febrero de 2015

EN TORNO AL ARTE

Marc Chagall, La casa azul (1917)
Es ya casi un tópico considerar el arte contemporáneo como incomprensible sin una aclaración medianamente convincente. Sin embargo, podríamos decir que, por desgracia, el arte de cualquier época tampoco es comprendido por un amplio sector del público. En el fondo surge muy frecuentemente la pregunta del porqué del valor de muchas de sus obras. Para saborear el arte y crecer alimentado por él, al espectador de hoy no le es suficiente una guía. La estética necesita teorías que engloben todos los movimientos artísticos en una única dirección, lejos de la visión compartimentada de cada uno. Porque la Belleza no sólo se encuentra en el Arte, sino en cualquier manifestación de conciliación y armonía. Es necesario comprender el arte para volver bella también nuestra vida.

El arte es una de las primeras manifestaciones del ser humano como tal, a veces con una complejidad y profundidad abismales para su época, demostrándonos cómo el artista ha sido siempre una singularidad de caracteres intelectuales o espirituales poco común para su tiempo. Gracias a la obra de arte, lo esencial de cualquier momento de nuestra historia sigue estando –siendo- presente. El artista nos regala una mirada no sólo a su tiempo, sino también al nuestro, porque la verdadera obra de arte tiene un significado universal. No obstante, y quizá por ello, su lenguaje ha tratado de ser descifrado de infinitas maneras, mostrando en ocasiones traducciones opuestas. Pero el Arte, siendo esencialmente conciliación de diferencias -sin anularlas e incluso resaltándolas- de una manera armónica, se posa en cada una de ellas mostrándonos un cuerpo diferente y de igual belleza.

No obstante, la singular mirada del artista ha sido, sobre todo desde las vanguardias de finales del siglo XX, confundida con una mirada únicamente novedosa. No en vano, el debate sobre la posible muerte del arte se une con el del fracaso de nuevas tendencias por su única pretensión de buscar la novedad. Si, hasta hace muy poco, lo feo se volvía estético gracias a la maestría de un Velázquez o un Otto Dix, hoy lo bello muere para gloria de su asesino. El arte va perdiendo su profundidad con la misma velocidad que su cuerpo y va camino de convertirse en virtual en todos los sentidos.

Sandro Botticelli, Venus y Marte (1483)
No se trata únicamente de conseguir un placer estético coyuntural, sino de que la estética misma penetre en nuestras vidas. La mayor apreciación de la Belleza es básica incluso para la ciencia, la política o la religión. Su comprensión nos ayuda a enfrentarnos a retos como la educación de los hijos, los problemas laborales, o incluso sería fundamental como terapia frente a dramas como el de la violencia doméstica. Porque el verdadero arte, inevitablemente, nos hace conciliarnos con el mundo y con nosotros mismos.

Autor: Encarnación Almansa Pérez

3 comentarios:

ABRAXAS CADIZ dijo...

Me ha parecido muy interesante el tema que tratan, y quería hacen algunas aportaciones.
Es cierto que el arte es siempre comprendido por una minoría. Esto es necesariamente así, no por elitismo mal entendido, sino porque para captar la belleza en el exterior es preciso disponer de ella en el interior.
Y si el que puede captarla no la capta en las obras de "arte de vanguardia" es porque dicho arte carece de belleza y por lo tanto de arte.
Como dicen, la obra de arte no tiene tiempo, como la verdadera filosofía, ciencia o religión, ya que su vigencia está ligada al ser inmutable del ser humano. Otra cosa dudosamente se puede considerar arte. Por supuesto, el artista transmita también, e inevitablemente, el entorno de su época, aunque creo que no es esa su misión, ni siquiera su intención.
Por esto mismo el arte no es que sea conciliación de diferencias, sino que está por encima de ellas. Se dirige al ser humano sin ninguna distinción, su esencia es universal.
El arte es verdad que está muriendo en nuestra época, pero debemos considerarlo inevitable, como otras muertes. La filosofía, la ciencia, la justicia, la religión... todas están muriendo, y el arte no podría ser menos. Lo que muere, o más bien se oculta, es la esencia real de lo humano. Pero un día saldrá a la luz, como lo hace el sol todas las mañanas. Solo que hoy es de noche...

Un abrazo y gracias por su reflexión y por hacerme reflexionar.

Asociación Aletheia dijo...

Estoy plenamente de acuerdo con su opinión sobre la muerte de todas aquellas realizaciones más excelentes del alma humana, como son el Arte, la Filosofía o la Religión. Muerte, por otra parte, ya anunciada por Nietzsche, y realmente temida por Husserl, dado que ya en sus tiempos había empezado la agonía de la civilización occidental, que había puesto toda su energía y su fe -y esto es lo peor- en el saber científico-técnico, tomado como autorreferente absoluto.
El nuevo Prometeo anunció la muerte de Dios en el siglo XIX, y en el siglo XX, tomando como oráculo a M. Foucault, también anunció la muerte del Hombre. A mi entender, ya no estamos entre agonizantes, sino entre fantasmas. ¿Qué son si no estas instituciones tanto políticas como religiosas e intelectuales? Pero no todo es oscuridad, pues ya el día está amaneciendo, porque sólo los que "ven" la noche están vivos; y si son los muertos los que entierran a los muertos, también son los vivos los únicos que pueden resucitarlos.
Gracias.

ABRAXAS CADIZ dijo...

Es cierto que, como decís, que el mundo occidental está poblado de fantasmas, pero esos fantasmas tienen amos, y son muy poderosos.

Afortunadamente, el mundo de los mercaderes está dando sus últimos coletazos, pero antes de morir dejará un panorama desolador sobre el mundo. Esta nueva edad media, ya anunciada, será oscura y dura, y si queremos sobrevivir en ella tendremos que ser fuertes.

Por ahora, solo dedicarnos a formar un núcleo que pueda sembrar la semilla de un nuevo renacimiento que pueda florecer en su día. ¿Cuándo? Esto no debe importarnos...

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