lunes, 28 de febrero de 2011

LA FALTA DE TRANSPARENCIA DE OBAMA Y SU ADMINISTRACIÓN

Hemos querido llamar aquí la atención sobre una noticia, publicada en el diario El País del pasado día 25, según la cual ha concluido con un «rotundo fracaso» la última ronda de conversaciones sobre la cuestión palestina con Israel -que ni siquiera han llegado a iniciarse. Una noticia que se hacía también eco de «la decepción palestina con Barack Obama tras el veto de EE UU a una resolución (redactada con frases del propio Obama y de Hillary Clinton) que condenaba la construcción de asentamientos israelíes en los territorios ocupados». Una resolución que había sido auspiciada por más de cien países y en cuyo veto los Estados Unidos se quedaron solos en el Consejo de Seguridad. Y ello a pesar de sus intentos de evitar, hasta el último momento, dicho aislamiento, incluyendo una «medida alternativa» que habían propuesto a los palestinos para que retiraran dicho proyecto de resolución, y que éstos rechazaron.

Parece que va siendo hora de que se disuelva por fin el espejismo mediático Obama, una penosa y ficticia creación de los estertores del sistema capitalista que ha tenido hechizada al menos a una parte de una izquierda bastante ingenua. Su falta de transparencia -que no es sino la (en este caso abismal) diferencia entre lo que se dice y lo que se hace-, ya que la resolución llegó a redactarse, como queda subrayado, con sus mismas palabras, debe poner de manifiesto definitivamente la inautenticidad del personaje y su política.

Fuentes:
http://www.elpais.com/articulo/internacional/OLP/elimina/oficina/negociacion/Israel/elpepuint/20110225elpepiint_10/Tes
http://es.noticias.yahoo.com/9/20110218/twl-ee-uu-impide-la-condena-de-la-onu-a-e1e34ad.html

jueves, 24 de febrero de 2011

INCIDENCIA DE LA IDEOLOGÍA DEL CAPITALISMO EN PENSADORES ANTICAPITALISTAS: GIANNI VATTIMO Y PROUDHON.

Gianni Vattimo (1936)
Traemos a colación aquí algunas citas que pueden ilustrarnos acerca de la penetración de la ideología de la competencia (que no de la solidaridad) en pensadores que se autocalifican como anticapitalistas, como son los citados. Valen para reflexionar acerca de su incidencia a todos los niveles y para ilustrar la conocida sentencia de Marx de que la ideología dominante es la de la clase dominante. Ahí van:

«Una sociedad justa no es una sociedad perfecta, sino más bien lo contrario; es una sociedad en la que los conflictos se gestionan como opiniones diversas sobre qué caminos deben tomarse; en la que todos los intereses no son necesariamente iguales.» G. Vattimo, Ecce Comu, Paidós, p. 144. Y nos preguntamos ahora: la explotación o el sexismo: ¿son “opiniones diversas”? Y, ¿qué es lo que hace imponerse un determinado interés cuando todos se toman como legítimos?

  «No se trataría, pues, aquí de destruir la competencia, cosa que es tan imposible como destruir la libertad; se trata de encontrar su equilibrio o, como yo diría gustosamente, su policía. (Proudhon, Filosofía de la Miseria. Citado por K. Marx, Miseria de la filosofía, Jucar, 1974, p. 220).

 Proudhon (1809-1865)
   «La competencia y la asociación se apoyan entre sí. Bien lejos de excluirse, no son siquiera divergentes. Quien dice competencia, supone ya una finalidad común. La competencia no es, pues, el egoísmo.» (Proudhon, Filosofía de la Miseria. Citado por K. Marx, Miseria de la filosofía,... p. 224). Mientras que el propio Marx afirma: «Las únicas ruedas que la Economía Política pone en movimiento son la codicia y la guerra entre los codiciosos, la competencia.» (K. Marx, Manuscritos: Economía y filosofía, Alianza, 1970, p. 104).

viernes, 18 de febrero de 2011

ALÍ BABÁ Y LOS CUARENTA LADRONES


Introducimos a continuación un extracto del artículo publicado por Ignacio González Faus en la revista Noticias Obreras (enero de 2011, pp. 11-13) con el título arriba reseñado, y que supone una crítica al planteamiento actual de la crisis. Hemos escogido los siguientes fragmentos:

[…] en realidad no hay mercados agitados sino especuladores que agitan. Ni son sensibles los mercados sino manipulables, como fichas de ajedrez, por fuerzas escondidas que saben bien lo que quieren conseguir.
[...]
Encantadora ingenuidad la de esa expresión [«estamos haciendo los deberes»] que evoca un colegio infantil, unos niñitos deseosos de aprender y unos educadores bondadosos. ¿Qué tal si dijéramos que la economía española no corre peligro «porque estamos mandando a la miseria a millones de españoles»? Ya sé que así tampoco saldríamos de la crisis económica, pero al menos sabríamos a qué atenernos y de qué ralea son ésos que nos imponen «los deberes»: cada vez que los políticos agreden a los más necesitados, respiran los mercados.
[…]
De este modo conseguirán los mercados su meta final: […] negar vigencia política a todas las veleidades igualitarias y de justicia social que amenazan a la libertad individual. Porque vale: «todos los hombres son libres» pero… «unos más que otros», como decía aquella famosa novela.
[…]
«Recortar gastos y no dilapidar» es una receta que suena muy bien y muy razonable. Pero si entendemos correctamente lo que significa dilapidar, parece que debería referirse a recortar gastos militares, por ejemplo, o gastos faraónicos como los del alcalde de Madrid. Y he aquí que no: se trata más bien de recortar gastos sociales. Ésos sí que son unos dispendios suntuosos que sólo benefician a unos muertos de hambre. Y encima, extranjeros muchos de ellos. En resumen: esos inocentemente llamados «mercados» lo tienen todo tan «atado y bien atado», que hemos asistido a la imposibilidad de luchar contra ellos: huelgas, manifestaciones y algaradas en Grecia, Francia, Inglaterra,

Irlanda o España resultan sacudidas tan pequeñas que no les hacen ni tambalearse: porque las reglas del juego las marcan ellos y no los políticos. Pero, más allá de las especulaciones de la Banca norteamericana, lo que está pagando hoy Europa son también los pecados originales cometidos en el proceso de su construcción: pacto de estabilidad, reglas de la OMC, primacía del Banco Central Europeo, adopción de criterios del FMI, el timo de la llamada Constitución europea que, cuando se vio en peligro, fue retirada de las manos (o del voto) de los ciudadanos, para pasar a las manos de los parlamentos; ampliación irracional a los 27 por la obsesión de tener más mercados, cuando Europa no era todavía más que un feto de pocos meses que no podía soportar aquellas dimensiones… Todo eso corriendo; pero otras medidas como la «reestructura de la deuda pública, obligación de que cada banco posea una parte de la misma, control cambiario, gravar las rentas financieras por lo menos al mismo nivel que las rentas del trabajo, la imposición del capital y del patrimonio, la subordinación de los flujos comerciales a normas sociales y ecológicas, tasas globales» (1)… y hasta nacionalización al menos temporal de la Banca, de todo eso ni hablar. Y de aquellos polvos se traga ahora Europa estos lodos. Dije en otra ocasión que, durante el siglo pasado, asistimos a un nuevo «rapto de Europa», pero esta vez no por mano de Júpiter, como en el mito antiguo, sino por obra de los mercados mucho más temibles que aquel dios tonante. Creo que los grandes padres del sueño de Europa (Adenauer, Schumann y de Gasperi), maldecirían hoy lo que hemos hecho con su ideal.

Antaño se discutía si el capitalismo era intrínsecamente injusto (Helder Camara) […] Hoy, en cambio, ya no se discute nada de aquello; y sin embargo ya no estamos en un capitalismo de producción sino pura y simplemente de especulación: un sistema en el que los inversores pueden mandar a la miseria a miles de ciudadanos, no para producir ningún tipo de riqueza sino para que su dinero les produzca más dinero. Y además de una manera anónima: porque nunca verán la cara ni conocerán la historia de sus víctimas; y la injusticia no la cometerán ellos inmediatamente, sino a través de sus esbirros que resultan ser los políticos.
[…]
«Ay, Ignacio Ellacuría –digno de una emperatriz–»: acuérdate de repetirnos aquello que tanto decías: que este mundo no tiene solución más que en una «civilización de la pobreza». Entendiendo por pobreza no la necesidad auténtica sino la sobriedad compartida.

(1) Bernard Cassen en Le Monde Diplomatique, noviembre de 2010, p. 29.

lunes, 14 de febrero de 2011

¿QUÉ HACER?


Presentamos aquí un extracto de la reflexión realizada por Aletheia acerca del planteamiento, trayectoria o nuevo rumbo -como se prefiera denominar- que pueda tomar la recién creada Red Consciencial de Andalucía, tras su encuentro el pasado día 19 de enero. Es el siguiente:


[...] Una red viene definida por el Diccionario como «Aparejo hecho con hilos, cuerdas o alambres, anulados o entrelazados, trabados en forma de mallas…». ¿Puede tal imagen trasladarse a la relación entre conciencias? Pensamos que es ideal, pues por ellas, en primer lugar, podemos visualizar perfectamente el hecho fundamental de la identidad sustancial de todas las conciencias. En segundo lugar, tenemos que cada nudo es una singularización, vinculada solidariamente con todas los demás. Esto es, cada conciencia es una singularización de Lo Uno, tan necesaria como cualquiera de las demás. Si un nudo se rompe, la red acabará por rasgarse. Aquí, la multiplicidad no deviene en conflicto o caos, ya que cada nudo está en la posición que le corresponde. Llevado esto al plano consciencial, cabe decir que la singularidad de cada conciencia no es independiente de la singularidad de las demás; y por ser ella la que es, las demás también son las que son.

¿Qué es, pues, la conciencia definida desde el punto de vista de la Red? Es, evidentemente, una Singularidad Solidaria. Como afirmación de su singularidad, es libertad; como vínculo que une a las demás conciencias, es unidad, y, por último, como afirmación de la singularidad de los otros nudos-conciencias, es amor. Pues el amor afirma la singularidad del Otro: es un querer desinteresado que el otro sea el que es.
[...]
Vemos, conforme a lo anterior, que la Red es una relación entre las conciencias que escapa a todo tiempo, y aunque, confundidos por el espejismo del aislamiento subjetivo, luchemos y compitamos unos con otros –pues en este mundo invertido se busca ser uno mismo impidiendo que los otros lo sean-, sin embargo, aun el peor enemigo es una conciencia necesaria para la afirmación de las demás.

Si la Red Consciencial es, en última instancia, la relación intemporal entre conciencias, y, ésta, a su vez, puede definirse como aquella relación en la que la afirmación de la singularidad de cada conciencia implica la afirmación de la singularidad de todas las demás, hemos formulado simultáneamente una relación ontológica y un imperativo ético. De tal manera que el Ser y el Deber Ser coinciden plenamente. Para los que ya son lo que son, la guía ética se ha convertido en meta vivida espontáneamente, porque su ser es al mismo tiempo un dar. Son para sí, en tanto que son para los otros. Viven, pues, en la inocencia, que no es otra cosa que la forma en la que la Transparencia se singulariza en cada conciencia. Pero para las conciencias que aún no se reconocen en la plenitud de lo que son, ha de ser un imperativo categórico que guíe su relación con las otras conciencias.

Si la Conciencia es, por otra parte, la realidad esencial de Lo Uno, tendremos que, como Red Consciencial, constituye la superestructura determinante de toda otra realidad. Quiere esto decir que esa otra realidad es relativa a la relación intemporal entre las Conciencias. Sin embargo, no basta reconocer esta verdad, pues como lo intemporal es ley de lo temporal, habrá de ejercer como tal. El sufrimiento es la prueba de la contradicción que supone el tomar lo temporal como ley de lo intemporal, así como de vivir en el aislamiento cuando nuestra condición es la solidaridad ontológica.

Conforme a lo anterior, somos, en primer lugar, una Sociedad espiritual, que, como tal, es eterna, pero que tiene una plasmación temporal en lo que entendemos comúnmente por sociedad humana. Y es en este espacio-tiempo de relaciones condicionadas donde se pierde la visión de nuestra auténtica unidad, fundada en la libertad y el amor. Ahora bien, si lo que realmente somos es Unidad en la Libertad y en el Amor, ¿no consistiría el auténtico dualismo en disociar lo temporal de lo intemporal? Si todo es Uno es porque lo temporal es relativo a lo que no lo es. Por lo tanto, todas las relaciones condicionadas por lo social contingente –o aquello que entendemos por relaciones económicas, políticas, lúdicas, etc.- deben ser relativas a nuestras relaciones trascendentes, que, como venimos diciendo, están fundadas en la Unidad, la Libertad (entendida como la afirmación de la propia Singularidad), y el Amor. Éstas constituyen la tridimensionalidad trascendente en relación a la cual todo ha de ser realizado.

Eludir, por tanto, el compromiso con lo social inmanente, o bien mantenerlo en un plano estrictamente personal, es, a nuestro entender, ignorar que cada uno es el que es por sí mismo y por los otros, y, como tal, ha de actuar. Dentro de la unidad del Proyecto de Ser Nosotros Mismos, o sea, el de reconocernos como Uno afirmando las singularidades que nos distinguen, ha de desenvolverse todo hacer en lo social inmanente. Y es precisamente en la lucha contra los condicionamientos de lo social temporal donde más se necesita la solidaridad espiritual, la presencia alentadora de la constelación de las Conciencias solidarias -y que son conscientes de ello-, para que cada uno acierte con el rumbo adecuado y lo mantenga con la seguridad de que también él forma parte de dicha constelación, y que su posición es a su vez necesaria para la mejor orientación de los demás.
[...]
La pregunta de qué hacer queda, por tanto, respondida: 1º) Descendamos a la inmanencia con la seguridad de que ésta nos espera para ser fecundada, pues los hijos del pasado, que son todos los que actualmente nos representan legalmente, tanto en las instituciones políticas, religiosas o económicas, han mostrado sobradamente, ante la crisis que estamos padeciendo, la esterilidad de su imaginación para encontrar nuevas soluciones, la falta de voluntad para iniciar un nuevo proceso de distribución real del poder temporal, así como su esclavitud a un pragmatismo, que siendo asumido como el único recurso inteligente para la realización de lo posible, acaba siempre reduciendo lo posible a cero. Presos de unas instituciones que no sirven sino para cosificarnos, pues qué es si no un mercado de trabajo: clasificarnos en solventes/insolventes; valorarnos como emprendedores o empleadores/subsidiados, pasivos, perezosos, etc., y que, por lo mismo, no hacen sino exacerbar el aislamiento subjetivo, tanto para los considerados triunfadores como para los presuntos perdedores. Todo esto constituye una espesa sombra que oculta el auténtico vínculo solidario que es el alfa y omega de la evolución espiritual.

2º) Clarifiquemos nuestra posición ante cuestiones cuya legitimidad se da por supuesta, puesto que son opciones abiertas a todos. Por ejemplo: la utilización de los hombres como medios para el enriquecimiento privado.

3º) Cómo hacer compatible nuestro concepto de Red Consciencial, que implica un destino compartido en la Libertad, el Amor y la Unidad, con la idea actualmente dominante de que nuestro destino es irreductiblemente individual, debido al libre albedrío. Una evolución espiritual no significa ser mejores de lo que éramos, sino ser en gran medida diferentes, porque, y he aquí la paradoja, llegamos a ser más Nosotros Mismos. Cuando las relaciones entre los hombres están mediadas esencialmente por las relaciones económicas, éstos acaban relacionándose unos con otros como medios para sus fines particulares. Pero ¿hay algo más alejado de la esencia de la Conciencia que ser un medio? Evolucionar no consiste de esta manera en no vernos “tanto” como medios, sino en absoluto vernos como tales.

4º) Como no queremos cansaros más, pues la enumeración de tareas y problemas puede parecer interminable. Y además estéril si antes no se asume decididamente lo que con Buda nosotros calificaríamos de «Camino intermedio»: ni transcendencia absoluta, pues ésta, a nuestro parecer, es siempre modeladora de la inmanencia espacio-temporal, ni por supuesto, inmanencia a secas; pues en su actual autofagocitación no nos es dado contemplar sino su hambre de espíritu. Lo Intemporal como Ley y Fin de lo Temporal. El Cuerpo como Templo del Espíritu.

jueves, 10 de febrero de 2011

RESUMEN DEL AFIRMACIONISMO O TEORÍA DE LO UNO (II): LA JUSTICIA CÓSMICA.



La revista digital Avalon ha publicado, en su número de enero de 2011 (nº 15) la segunda parte del artículo El Afirmacionismo o Teoría de lo Uno, que lleva por título La justicia cósmica, y cuya autoría pertenece a Francisco Almansa González, filósofo y presidente de Aletheia.

El texto completo del artículo puede consultarse en nuestro blog a través del enlace: http://aletheia-informa.blogspot.com/2010/09/resumen-del-afirmacionismo-o-teoria-de.html.

Aportamos aquí también el enlace a la revista al tiempo que invitamos a su lectura, continuación de la primera parte (diciembre de 2010, nº 14, pp. 90 y siguientes) que ya se anunció también aquí.

Es el siguiente: http://revistadigitalavalon.es/?p=3769 (a partir de la página 88).

Incluimos aquí un brevísimo fragmento que pueda animar a la profundización en el mismo:

«Luego en Uno, en tanto que sólo es relativo a sí, se da un equilibrio inalterable entre su ser contingente y su ser necesario, tal que la afirmación del primero sólo es inherente a la afirmación de la singularidad del segundo. Esta relación entre las dos formas de ser de Uno es lo que denominamos Justicia inherente a lo Uno.
Conforme a lo anterior, vemos que, a nivel de la totalidad, la injusticia y, por tanto, el pecado, son imposibles, ya que la injusticia sería afirmar la identidad de lo contingente en detrimento de la singularidad de lo esencial. Y esto, como ya hemos visto, no puede ser.»

Imagen: Fotograma de El Séptimo Sello, de Ingmar Bergman (1957), que ilustra el artículo bajo el rótulo de "Lo justo es que la vida gane a la muerte".

miércoles, 9 de febrero de 2011

LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN FRENTE A LA CRISIS DE LA GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL

El pasado día 3 de febrero tuvimos ocasión de tener con nosotros a Benjamín Forcano y escuchar su conferencia La teología de la Liberación frente a la crisis de la globalización neoliberal. Reproducimos aquí algunos fragmentos de la misma que nos han parecido especialmente bellos e ilustrativos. Son los siguientes:

El capitalismo no tiene soluciones:
Todo un pensamiento pseudocientífico pretende enmascarar la realidad del problema de la pobreza. La pobreza sería efecto de una desigualdad natural irremediable, ajena al funcionamiento interno de la economía y, en todo caso, habría que considerarla como un mal menor, pues frente al capitalismo no hay otro sistema mejor.

Sobre este punto, conviene afirmar sin ninguna ambigüedad que la realidad histórica expresa todo lo contrario: 1º) Una economía que no sirve al hombre, es un error. 2º) Una economía de mercado competitivo monopolista, sustraída al control del Bien Común ejercido por el Estado, es un error. 3º) Una economía que produce resultados positivos únicamente para unas minorías y negativos para las mayorías, es un error. 4º) Una economía que se rige por la dinámica propia del egoísmo, del lucro, de la ley del más fuerte, y que impide unas relaciones individuales y comunitarias basadas en la justicia, el amor y la solidaridad, es un error.

No hay duda de que la sociedad capitalista es una sociedad enferma, llena de contradicciones. Pero la raíz del mal está en que el capitalismo hace imposible una ética personal y comunitaria y corrompe las actitudes y los valores más genuinos del ser humano.

Todos sabemos cómo la orientación hoy más arraigada en sociedad y en la cultura es la que pretende hacernos creer que la felicidad consiste en tener: adquirir propiedades, cosas, lucrar, conseguir poder. Eso es producto de la estructura y cultura más estrictamente capitalistas y, sin embargo, lo consideramos como lo más natural. Ser egoístas, avaros, soberbios, dominantes, lo consideramos indicadores de nuestra identidad humana.

Pienso que esta orientación es antinatural, pues la realización de la persona no está en el tener sino en el ser. Los grandes valores no se desarrollan en el servicio al dinero sino en ser justos y fraternos, crear relaciones de amor y liberación, no ser frívolos ni insensibles al sufrimiento ajeno, no vivir pendientes del reconocimiento y del aplauso social, dedicarse a satisfacer las necesidades primarias de los seres humanos y luchar para suprimir todo cuanto los hace sufrir. Esas son las señas que constituyen la auténtica identidad humana.

El momento actual de la crisis neoliberal globalizada:
Poco a poco nos hacen creer que la crisis se va superando. Pero suena cada vez más en nuestros oídos una cantinela inquietante: esta crisis la están resolviendo no los gobernantes sino los oligarcas y economistas. Ha habido un tiempo en Europa en que el principio político, representativo de la voluntad popular, actuaba con arreglo a las necesidades y derechos de la sociedad; ahora quien gobierna es el principio económico, guiado por objetivos que nada tienen que ver con los de la sociedad en general. Los propósitos del principio económico doblegan a sus intereses a los propósitos del principio político. [....]

¿Quién es ese nuevo sujeto? ¿Son agentes de instituciones vacías de legitimidad, delincuentes de cuello blanco con los técnicos ajenos a los deseos de los ciudadanos?

Este nuevo sujeto transcurre y se organiza al margen de lo político, al margen de la ética, al margen del consenso de los ciudadanos, al margen de un proyecto ético de igualdad, justicia y libertad universales. Una economía humana globalizada debe estar supeditada a las necesidades básicas de la población y no a los intereses de unas minorías que, envueltas en el egoísmo de su opulencia, viven de espaldas a la sociedad.

Aparece entonces el punto preciso de esta crisis: no se trata como es obvio de una crisis económica sino ética, la economía no está en crisis o, si lo está, es por la ausencia de ética. Es una crisis ética, humanista, espiritual la que padecemos y, por negar las exigencias de esa ética, resolveremos vanamente la crisis. La crisis se trata de apuntalarla con el fin de que este nuevo sujeto vuelva a conducir el rumbo de la humanidad, pero en realidad se la oculta de nuevo en sus verdaderas causas, dejando herida la realidad, con tendencia a una mayor desigualdad e injusticia. No se la resuelve.
 
El momento segundo de la teología:
Estoy convencido de que son muchos entre cristianos los comportamientos individuales y muchas las prácticas institucionales que no responden al espíritu del Evangelio. Por unas u otras razones, al Evangelio lo tenemos secuestrado o desvalorizado.


Resulta más que claro que entre Evangelio y capitalismo, teología y globalización neoliberal no hay coincidencia, sino oposición. Son dos proyectos, dos dinámicas, y dos escatologías distintas. La del capitalismo apuesta por el egoísmo, el lucro, la ambición, el poder y el éxito. La del Evangelio apuesta por el amor, la justicia, la generosidad, el compartir, el servicio fraternal y la humildad.
 
El reino de Dios es ya para este mundo y tiene que ver grandemente con la política:
La utopía de Jesús es que el reinado de Dios se instaure progresivamente en la vida e historia de los hombres. Los imperativos de la justicia, del amor, de la libertad, de la paz y de la felicidad son imperativos para el momento presente. Si El hubiera renunciado a hacer efectivo su programa, no hubiera cuestionado el contenido de otros programas – el político y religioso de entonces- y no hubiera sido censurado, perseguido ni ejecutado. La ambición de los poderes que no sirven al pueblo utiliza siempre la política y la religión no para asegurar el bien y los derechos del pueblo, sino para defender su propio bienestar y privilegios, lo cual les lleva a tergiversar o vaciar la religión de su verdadero sentido.

Los evangelios nos dicen que Jesús anuncia una “buena noticia” o, lo que es lo mismo, la cercanía del “proyecto o reinado de Dios”. Ambas expresiones quieren decir que Jesús anuncia una sociedad alternativa, que exige un cambio individual y un cambio de las relaciones humanas sociales. Surgirá así el hombre nuevo.
[...]

Y concluyo con este poema del mismo Pedro Casaldáliga:

Yo me atengo a lo dicho:
La justicia:
a pesar de la ley y la costumbre,
a pesar del dinero y la limosna.

La humildad,
Para ser yo, verdadero.

La libertad,
para ser hombre.

Y la pobreza,
para ser libre.

La fe, cristiana,
para andar de noche,
y, sobre todo, para andar de día.

Y, en todo caso, hermanos,
yo me atengo a lo dicho: a la esperanza.

viernes, 4 de febrero de 2011

UTOPÍA

HobbemaLa avenida de Middelharnis (1680) 

Podría definirse la Utopía como una representación ideal que busca una forma de organización social en la que el ser humano encuentre la unidad consigo mismo y con la naturaleza.

El alejamiento prácticamente generalizado en nuestros días de objetivos utópicos, cuando, sin embargo, son más necesarios, precisamente porque sólo ellos pueden regenerarnos y, por tanto, impulsarnos hacia la salida de una situación que aparentemente carece de ella, nos ha movido a hacer una reflexión sobre aquéllos. Para ello nos hemos basado en los trabajos de base y en las conclusiones de la charla-coloquio sobre La utopía después del fin de la Historia que celebramos en la librería La Compañía del Libro-Aletheia el 15 de octubre de 2009, y que moderó Francisco Almansa González. Se trata de un breve repaso sobre algunos de los hitos fundamentales del pensamiento utópico, que demuestra, como se verá, asombrosas coincidencias, de algunas de las cuales no estaría mal que tomáramos buena nota. Son éstas:

PLATÓN: Preconizaba un comunismo absoluto para los gobernantes (los sabios y los guerreros).

SAN AGUSTÍN: Para él, la propiedad privada es principio de todos los males y recomienda, por lo menos para los sacerdotes, la comunidad de bienes. Como dejó escrito: «La desaparición de la propiedad aumenta la caridad».

PADRE MARIANA (siglos XVI-XVII): basándose en informes como el de Mancio Sierra de Leguizano a Felipe II y del padre Acosta en su Historia natural y moral de las Indias relativos a las comunidades indias del Perú, escribió: «Es en nosotros un deber de humanidad abrir para todos las riquezas que hizo Dios comunes para todos los hombres, pues a todos dio en patrimonio la tierra para que con sus frutos viviesen todos, indistintamente, y sólo la desenfrenada codicia pudo vindicar para sí ese don del cielo, haciendo propiedad suya los alimentos y las riquezas que no podían ser sino propiedad de todos.»

 Patinir, Paisaje (detalle), 1516-17


TOMÁS MORO: Aunque era hombre rico, sin embargo, como idealista cristiano era partidario del comunismo de los Padres de la Iglesia. Escribe: «Donde las posesiones son privadas es difícil y casi imposible que la nación sea gobernada con justicia y prospere.»

En el mismo siglo XVII se escribieron otras dos obras famosas: Cristianápolis, del alemán ANDREAE, y La Ciudad del Sol, del italiano CAMPANELLA. El primero nos dice: «Ser sabio y trabajador no es incompatible, si hay moderación»; y esta moderación sólo es posible en su república. Para Campanella, el comunismo de bienes es total (medios de producción y medios de consumo incluidos).

JEAN-JACQUES ROUSSEAU: Para él la solución sólo puede ser una: que el hombre, regresando al estado natural, no se someta a otra voluntad que a la de la comunidad. «Cuando cada uno se entrega a todos, no se entrega a nadie», escribe.


GASPAR MELCHOR DE JOVELLANOS: Escribe: «En el progreso del espíritu humano hacia su perfección, será más de esperar que el hombre abrace la primitiva comunidad de bienes, que no acierte a conciliar esta quimérica igualdad de fortunas con el establecimiento de la propiedad.»

Otra de sus frases conocidas, cuando era ministro ilustrado: «En el estado natural, los hombres tienen una idea muy imperfecta de la propiedad. ¡Ojalá que jamás la hubieran entendido!»

SOCIALISMO UTÓPICO:
FRANÇOIS-NÖEL BABEUF (primer socialista utópico, durante la Revolución Francesa). Sus ideas estaban contenidas en el Manifiesto de los iguales: «La Naturaleza -afirmaba- ha dado a todos y a cada uno igual derecho al disfrute de todos los bienes». Estipulaba la eliminación de la herencia y, por último, la supresión del dinero.

SAINT SIMON (1760-1825): En su Carta de un habitante de Ginebra a sus contemporáneos propone un gobierno ilustrado formado por científicos y artistas. Sus objetivos primeros eran: combatir la herencia de los medios de producción y de la tierra y abolir el interés del capital. Como cristiano que era, escribe: «En el nuevo cristianismo, toda moral se derivará inmediatamente de este principio: los hombres deben considerarse como hermanos. Este principio, que pertenece al cristianismo primitivo, recibirá una glorificación, y en su nueva forma dirá: la religión debe ayudar a la sociedad en su principal propósito, que es la mejora más rápida de la suerte del pobre.»

CHARLES FOURIER: Para este pensador, la historia tiene una meta última, que es la de la armonía. Etapas previas habían sido: la barbarie, el salvajismo, la sociedad patriarcal y la civilización. En la etapa última o de la armonía es donde los intereses individuales y los sociales se corresponderían en una perfecta coincidencia. En el ámbito del trabajo, proponía una nueva sociedad donde las tareas fuesen libres, variadas y atractivas.
Jacob Isaaksz van Ruisdael, Orilla del río (1649), 

ETIENNE CABET (1788-1856): En su libro Viaje a Icaria, inspirado en Tomás Moro, el cristianismo primitivo, Rousseau, Diderot, el comunista Babeuf y Robespierre, propone una sociedad donde todo es propiedad del Estado: las industrias, las tierras y las casas. El producto del trabajo se divide por igual entre los trabajadores.

ROBERT OWEN: Rico industrial y socio y gerente de una fábrica de hilados, creó en Escocia New Lanark, una especie de estado de bienestar, acompañado de enérgicas medidas sanitarias y prohibición de la bebida, prostitución, etc. En cinco años, la miseria había desaparecido del pueblo. Al tener que cerrar temporalmente la fábrica en 1806, los obreros continuaron cobrando el sueldo completo. Y, no obstante, los propietarios siguieron ganando más que los otros fabricantes británicos, teniendo en cuenta que éstos sólo trabajaban diez horas diarias, en comparación con las 14 ó 15 de las otras industrias.

En su obra Nuevo enfoque sobre la sociedad, explicó que con la cooperación se obtenían mayores resultados económicos y sociales que con la competencia o la iniciativa y el interés individuales. De aquí Owen fue derivando hacia el comunismo, y en 1817 se hizo utopista. Entre sus nuevas propuestas dentro del marco de relaciones comunistas estaban: el trabajo obligatorio, la autonomía de las comunidades, que combinarían las ventajas de la ciudad y el campo y la cooperación entre sí; y la exigencia de que la maquinaria fuese moderna.

Naturalmente, dentro de este contexto de pensamiento utópico resulta absolutamente esencial el pensamiento marxista, que aporta nueva solidez y extensión al mismo.

FREDERIC SKINNER: En 1948 (en su obra Walden Dos), describe una comunidad de hombres y mujeres que rigen su convivencia conforme a los hallazgos científicos de la psicología social. Este carácter científico al margen de las ideologías es lo que caracteriza el pensamiento de Walden Dos.

Se trata, en el campo educativo, de fortalecer el carácter de los niños por medio de ejercicios sencillos que los hagan inmunes al desaliento y al fracaso.

Asimismo, se establece el objetivo de debilitar el lazo familiar nuclear de la familia burguesa, haciendo responsable a la comunidad de gran parte de su educación. Con ello se fomentarían los sentimientos paternales de la mayoría hacia todos los niños.

La economía se basaría en una combinación de la agricultura con la industria, pero en un marco natural. Todos trabajan, incluidos los niños (desde que pueden hacerlo). El tiempo de trabajo es de cuatro horas, con flexibilidad en el horario. El trabajo no se paga, pero su cumplimiento se registra en un libro, a manera de créditos, y unos trabajos tienen un crédito más alto que otros por ser más difíciles o desagradables.

Junto a todo ello, se fomenta la ciencia y el arte, así como los sentimientos comunitarios.

En función de todo lo anterior, puede deducirse un denominador común de la generalidad de las utopías, que puede resumirse como sigue:

1.Afirmación de lo comunitario en relación a lo particular. Esto implica siempre, o en la mayoría de los casos, alguna forma de comunismo.

2.Potenciación de actividades que impliquen el desarrollo de la personalidad.

3.Relajación de los lazos paterno filiales de la familia patriarcal o burguesa.

4.Eliminación de la competencia para fomentar los sentimientos comunitarios que promuevan la colaboración.

5.Nuevas relaciones entre naturaleza y organización social.

6.Papel rector de los más sabios como hombres de elevada espiritualidad que han superado las pruebas de la vida.

7.Compatibilidad entre utopía y sentimientos religiosos.

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