Nuestros Principios


1. Negación del relativismo.
Hay valores universales y valores relativos. Esto significa que existe una jerarquía de valores y que hay que rescatarla para priorizar reivindicaciones esenciales frente a otras más contingentes.
2. El auténtico orden es aquel que está constituido por la relación solidaria entre sus partes.
Esto supone la negación de la competencia entre las partes de todo conjunto vivo, y que, por tanto, un orden auténtico está en consonancia con la naturaleza de sus partes y conforme a la libertad de las mismas.  
3. Sin libertad (entendida como plenitud de la singularidad de cada uno) no hay relación solidaria, y sin relación solidaria no hay libertad.
La libertad no es simplemente una capacidad de elección, sino el logro de todo nuestro potencial humano (lo que nos hace precisamente singulares, únicos). Pero esto solo es posible mediante la relación solidaria con los otros. Es imposible alcanzar la libertad desde una búsqueda individual: la liberación solo puede ser universal.
4. Singularidad frente a gregarismo e igualdad frente a elitismo.
Se trata de que cada uno/a sea «único/a y, a la vez, otro/a más». Todos/as somos necesarios como seres singulares que somos o aspiramos a ser, pero también somos «otro/a más» porque somos todos/as igualmente necesarios/as. En este sentido, el gregarismo es la negación de nuestra legítima y genuina singularidad. Por su parte, el elitismo es la ruptura de la solidaridad necesaria en la evolución humana, pues supone la pretensión de un grupo de ser los legítimos herederos de lo mejor de la herencia cultural, genética, espiritual, etc., mientras que todo esto ha de ser reclamado como un producto de la vida y de la humanidad entera desde sus orígenes. 
5. Razón y libertad se coimplican. No son antagónicas.
La razón no es opresora y, por tanto, no la rechazamos como tal. Si entendemos la razón como el poder de relacionarnos con las diferencias del ser como lo que son, resulta que la razón permite la preservación de la libertad al posibilitar la realización de nuestros fines. Por su parte, lo que hoy se denomina razón, que no es sino razón instrumental generalizada, al destruir la naturaleza de la vida -puesto que no la comprende- impide la realización última de los fines que nos son propios; por lo cual estaríamos en una libertad fallida.
6. Recuperación de la inocencia activa o auténtica inocencia, frente a la inocencia pasiva que lleva a la culpabilización universal como fuente inagotable de conflictos.
Porque ser inocente es afirmar activamente a los otros como fines en sí mismos y nunca como medios. Solo este inocente perdona sinceramente las faltas; pues aquellos que se utilizan y utilizan -directa o indirectamente- a los otros, o son pasivos ante dicha utilización, o son los más inclinados a universalizar la culpa para justificarse.
7. Entendimiento de la Vida como afirmación de una red solidaria de relaciones en la que la afirmación de cada una implica la afirmación de las otras.
La Vida, con mayúsculas, es siempre una red solidaria de relaciones en la que cada parte es necesaria para las otras y para el todo, y viceversa.
8. Necesidad de una política y una economía al servicio exclusivo de la Vida tanto humana como natural (entendida la vida como aquí se ha expuesto, como potenciación de la conciencia -de todos tipos- y la singularidad).
La afirmación de los anteriores principios debe aplicarse también a la política y la economía, facetas esenciales en la vida humana para afirmar las posibilidades universales de desenvolvimiento material y también cultural, fundamentales para su desarrollo en plenitud -y por tanto en libertad-.
9. Unificación de lo secular y lo espiritual en una ética universal.
Lo secular y lo espiritual no tienen por qué encontrarse disociados. Es posible trabajar en pos de una ética universal que afirme los genuinos valores humanos. Para ello es necesario partir de la "inocencia activa" tal y como la hemos entendido en el punto 6.
10. Potenciación de los valores estéticos.
La belleza –en el arte, en las relaciones humanas, etcétera- debe ser potenciada en todos sus aspectos, ya que contribuye a nuestra mejora vital y espiritual.

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