viernes, 31 de diciembre de 2010

LO POR VENIR

Y mi pequeña esperanza no es nada más que esa pequeña promesa de brote que se anuncia justo a principio de abril.

Y cuando se ve el árbol, cuando miráis el roble,

Esa ruda corteza del roble trece y catorce veces y dieciocho veces centenario,

Y que será centenario y secular por los siglos de los siglos,

Esa dura corteza rugosa y esas ramas que son

como un revoltijo de brazos enormes,

(un revoltijo que es un orden),

Y esas raíces que se hunden y empuñan en la tierra

Como un revoltijo de piernas enormes,

(un revoltijo que es un orden),

Cuando veis tanta fuerza y tanta rudeza, ese brote pequeño y tierno ya no parece nada.

Es él el que parece un parásito del árbol, que parece comer a la mesa del árbol. (…)

Pero es lo contrario, es él de donde todo procede. Sin un brote que apareció una vez, el árbol no existiría.

Sin esos miles de brotes, que llegan una vez a principios de abril y quizá los últimos días de marzo, nada duraría, el árbol no duraría, y no mantendría su puesto el árbol (y este puesto debe ser mantenido). (…)

Esta corteza áspera parece una coraza, comparada con este tierno brote. Pero la áspera corteza no es nada más que un brote endurecido, que un brote envejecido. Y por eso el tierno brote perfora siempre, surge bajo la dura corteza.

Hasta el guerrero más duro ha sido un niño tierno alimentado con leche (…).

Sin este brote, que tiene aspecto de poca cosa, que no parece nada, todo esto no sería sino leña muerta.

Y la leña muerta será arrojada al fuego.

Lo que os confunde es que esta corteza ruda os desuella las manos; y no movéis el tronco ni una milésima de milímetro; (…)

Mientras que el brote no se resiste nada bajo el dedo y simplemente con la uña, el primero que pase hace saltar el brote (…).

Y el brote no resiste nada. Además es que no está hecho para la resistencia, no está encargado de resistir.

Son el tronco y la rama, y esa raíz central los que están hechos para la resistencia, los encargados de resistir.

Y es la ruda corteza la que está hecha para la rudeza y la que está encargada de ser ruda.

Pero el tierno brote no está hecho más que para el nacimiento y no se le ha encargado sino que haga nacer.

(Y que haga durar)

(Y que se haga querer)

Y por otra parte yo os digo, dice Dios, que sin ese brote de abril, sin esos miles de brotes, sin ese único brotecito de esperanza (…) toda mi creación no sería más que leña muerta.

Y la leña muerta será arrojada al fuego.

Y toda mi creación no sería más que un inmenso cementerio.

Además, mi hijo ya se lo ha dicho: Dejad que los muertos entierren a sus muertos.



Charles Péguy, El misterio de los Santos Inocentes, Encuentro, 1993, pp. 9-11.

lunes, 27 de diciembre de 2010

ISAÍAS 11

1 Saldrá un vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus raíces brotará.

2 Reposará sobre él el espíritu de Yahveh: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Yahveh.

3 Y le inspirará en el temor de Yahveh. No juzgará por las apariencias, ni sentenciará de oídas.

4 Juzgará con justicia a los débiles, y sentenciará con rectitud a los pobres de la tierra. Herirá al hombre cruel con la vara de su boca, con el soplo de sus labios matará al malvado.

5 Justicia será el ceñidor de su cintura, verdad el cinturón de sus flancos.

6 Serán vecinos el lobo y el cordero, y el leopardo se echará con el cabrito, el novillo y el cachorro pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá.

7 La vaca y la osa pacerán, juntas acostarán sus crías, el león, como los bueyes, comerá paja.

8 Hurgará el niño de pecho en el agujero del áspid, y en la hura de la víbora el recién destetado meterá la mano.

9 Nadie hará daño, nadie hará mal en todo mi santo Monte, porque la tierra estará llena de conocimiento de Yahveh, como cubren las aguas el mar.

10 Aquel día la raíz de Jesé que estará enhiesta para estandarte de pueblos, las gentes la buscarán, y su morada será gloriosa.


martes, 21 de diciembre de 2010

EL ORIGEN DE LA PROPIEDAD PRIVADA

George Grosz, Una victima de la sociedad (1919)  
Como es sabido a través de los textos antropológicos, la mentalidad del hombre primitivo es animista. Esto significa que concibe la naturaleza como fecundada por los espíritus, que se localizan en ella, siendo ésta la causa “viva” de su abundancia.

Es muy probable que con la primera transición de las comunidades nómadas a las sedentarias se diera un paso más allá, y se concibiera que la materia se impregnaba o recibía el espíritu de aquel que la trabajaba y la hacía producir. Y esa habitación del espíritu humano en la materia, ya previamente animada a su vez, daba lugar a una abundancia aún mayor. Esta trasposición es lógica si se considera, por un lado, que el ser humano no era capaz aún de objetivar los propios métodos organizativos de su actividad mental y su plasmación en las cosas; y, por otro, si se tiene en cuenta lo que debían estas concepciones a la mentalidad animista anterior, con la cual guardaban aún profunda analogía. Pero, si se observa bien, esta fusión de lo que se consideraba el espíritu humano con la materia -que la hacía más productiva- puede muy bien ser el origen de la primera propiedad privada en las sociedades humanas, la cual debía tener un sólido acomodo en su propia concepción de las cosas. En efecto, no resulta coherente que en un contexto de mentalidad animista surgieran consideraciones pragmáticas que pudieran dar lugar, tan tempranamente, a una sanción legal de la propiedad privada, simplemente porque las consideraciones pragmáticas no tenían aún apenas cabida en ese mundo, a no ser en forma de magia. Tampoco parece plausible que pudiera justificarse y asentarse sin más una situación violenta de apropiación. Las raíces de la nueva situación debían ahondar en las profundas implicaciones entonces concebidas y sentidas del ser humano con su medio y con los recursos que éste le proporcionara. Y lo que se percibe es, como queda dicho, un fenómeno de localización del espíritu en la materia, que la hace más productiva. Esto es lo que hace ya que el ser humano, por primera vez en su historia, se encuentre «localizado» en determinados medios.

Con la aparición de las primeras grandes religiones -que lo que buscan en el fondo, aunque inconscientemente, es la afirmación última de la conciencia sobre la materia- surgen grandes divinidades (ya no tan localizadas) que, sin embargo, no anulan completamente a los pequeños espíritus animistas anteriores, que permanecerán metamorfoseados, de una u otra manera, hasta prácticamente nuestros días. Continuará, pues, presente igualmente la concepción del espíritu del hombre como animador de la materia en la forma de medios, los cuales llegarán a tomarse incluso como un «segundo cuerpo» o una extensión necesaria del mismo. Esto es, efectivamente, lo que ocurre con la propiedad privada de los medios -fenómeno hoy también perfectamente observable-: el ser humano los percibe como parte de sí mismo (su «segunda piel»), lo cual conlleva, inevitablemente, a que éste acabe verdaderamente «sujeto» a los medios; esto es, atrapado en ellos, y empleando a otros hombres como «medios» de esos medios. Es lo que nosotros llamamos el «sujeto de los medios», en el doble sentido del concepto «sujeto»: voluntad consciente y sujeción a los mismos. Aparece, pues, una doble voluntad: por una parte, los medios, en su inmanencia, tienen sus propias exigencias objetivas, que se manifiestan -para el propietario de los mismos- de una manera semejante a las exigencias de su propio cuerpo, y, para muchos de ellos, de forma aún si cabe más compulsiva. Por otra, es la voluntad consciente del propietario la que decide lo que en el fondo no puede sino decidir cuando se da ese conyugio -por utilizar la terminología gnóstica- entre la propiedad y el propietario en tanto que conciencia localizada: la de producir más y más medios.


El alienista  (1919), Kurt Schwitters

Si se llega, pues, a la conclusión de que el fundamento de la propiedad privada es la localización de la conciencia humana en un medio, de la misma se desprende, por un lado, que la propiedad privada limita -no amplía- la libertad humana, y, por otro, que ésta (la de este tipo de propiedad) no es sino una fase -por prolongada que se entienda- del desarrollo o evolución humana, cuyo objetivo es liberarse de cualquier medio que limite a la conciencia, pues ella -como ser que por excelencia se autoidentifica- no es un medio, sino un fin en sí misma.

La tercera fase en este largo proceso habrá de ser, a nuestro entender, la de nuestra objetivación en un trabajo libre, aquél cuya realización es ya un fin en sí mismo (véase nuestro artículo sobre La represión del trabajo libre). El ser humano se objetiva como libre cuando es la propia realización de su trabajo la que es válida por sí (sin ningún objetivo externo que nos convierta en «medios» de los medios o de otros hombres), por lo que su fruto se transforma espontáneamente en una ofrenda, en un presente a los otros, conscientes de que su realización es también por los otros, esto es, que no puede ser sin ellos.

También sobre el trabajo vocacional pueden consultarse los siguientes artículos: El trabajo libre o vocacional (I) y El trabajo libre o vocacional (II), además: LOS LÍMITES DEL ESTADO DEL BIENESTAS, LA JUSTICIA Y EL NUEVO SUJETO SOCIAL.

sábado, 18 de diciembre de 2010

RESUMEN DEL AFIRMACIONISMO O TEORÍA DE LO UNO (I): LA NADA ES TRANSPARENCIA

La revista digital Avalon ha tenido la gentileza de publicar en su número de diciembre de 2010 (Año II, nº 14) la primera entrega del artículo "Resumen del Afirmacionismo o Teoría de lo Uno", que se expondrá en tres entregas, y cuya autoría corresponde a Francisco Almansa González, Filósofo y Presidente de Aletheia.

El texto completo del artículo se encuentra en nuestro blog a través del enlace: http://aletheia-informa.blogspot.com/2010/09/resumen-del-afirmacionismo-o-teoria-de.html. Podéis también leer su primera parte directamente en la edición digital de la revista (http://issuu.com/revistadigitalavalon/docs/revistadigitalavalon2.14/90) a partir de la página 90 de la misma.

Reproducimos aquí, no obstante, su breve preludio y os invitamos a su lectura: 

«Es el presente artículo un resumen de un pensamiento, el afirmacionista, que tiene como objetivo poner de manifiesto que sólo desde la afirmación -entendida ésta como presencia presenciadora-, lo relativo, la negación y hasta la misma nada no carecen de sentido. Sin embargo, un resumen tan breve para una meta tan ambiciosa necesariamente ha de adolecer justamente de aquello que perseguimos con más ahínco en tanto en cuanto tratamos sobre el Ser: su transparencia. Esperamos, no obstante, que aun en la insoslayable oscuridad de una exposición tan limitada, se nos revele por ella la estrecha relación existente entre los valores que nos definen en nuestra más profunda humanidad, pues todos son presencias del orden de lo Uno, y por tanto indisociables. Esto hace que con su eclipse, o lo que es equivalente, con su disociación, cada valor acabe siendo un  puro medio en el espacio que hoy se pretende absoluto de lo instrumental.» 

DOS SABIAS REFLEXIONES

Lo que el ser humano reclama con todas sus fuerzas es la realización de su expresión más completa. Ese deseo de expresarse es el que le lleva a buscar la riqueza y el poder. Pero el ser humano debe aprender que acumular no es realizar. Lo que le revela a él mismo es la luz interior, no los objetos exteriores.

RABINDRANATH TAGORE.
(Remitida por J. C. Cuerda a la Red Consciencial de Andalucía).

Hoy es el día más hermoso de nuestra vida, querido Sancho;
los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones;
nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a nosotros mismos;
la cosa más fácil, equivocarnos;
la más destructiva, la mentira y el egoísmo;
la peor derrota, el desaliento;
los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor;
las sensaciones más gratas, la buena conciencia,
el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos,
y, sobre todo, la disposición para hacer el bien
y combatir la injusticia donde quiera que esté.

MIGUEL DE CERVANTES, Don Quijote de la Mancha.

Imagen: Rabindranath Tagore.

martes, 14 de diciembre de 2010

LA REPRESIÓN DEL TRABAJO LIBRE

Santiago Ramón y Cajal
Como es sabido, el capitalismo se caracteriza fundamentalmente por la explotación del trabajo asalariado. Según teoriza Marx, en el proceso de trabajo hay un tiempo que el trabajador emplea en la reproducción de su propia fuerza de trabajo (que logra a través del salario) y otro tiempo que, no destinándose a este fin, es objeto de apropiación por parte del capitalista. Este último es el que, transformado en valor, constituye la plusvalía. Dentro del primero, sin embargo, no se incluye únicamente la reproducción de la fuerza de trabajo estrictamente, sino también las necesidades de autoidentificación y de bienestar psicológico del trabajador, ello en función, naturalmente, del grado de desarrollo alcanzado por una sociedad.

El marxismo, sin embargo, no tiene en cuenta, en general, desde el punto de vista de la evolución del trabajo, la energía «excedente», aquella que es muy superior a la necesaria para reproducir su propia fuerza de trabajo, que posee el cuerpo humano (incluso en sociedades muy poco tecnificadas). Ese plus o excedente de energía es, para nosotros, el destinado al trabajo libre; esto es, el trabajo que realiza el ser humano para la afirmación de sí mismo como tal, sin que posea, por tanto, ningún fin externo, y que es inherente, pues, a la condición humana. Es por esta razón que puede denominarse, asimismo, trabajo esencial, auto referenciado o creativo.

La teoría marxista, sin embargo, contempla únicamente la naturaleza del trabajo como dependiente (para la producción de bienes o mercancías), pero nunca como libre. Si bien,afirma Marx en general, que la economía es la esencia del hombre, también enuncia, por otra parte, que su esencia viene constituida por el trabajo. Sin embargo, si esto último es realmente así, el trabajo no debería suponer ninguna carga para el ser humano, pues sólo lo que limita a la esencia es lo que nos niega en nuestra humanidad. Y es que, en efecto, el trabajo es expresión de nuestra esencia cuando a través de él nos realizamos y nuestra realización es, a su vez, necesaria a la realización de los otros. Es decir, cuando es libre.

Por lo tanto, puede decirse que lo que se apropia actualmente el capitalismo en aquellas áreas más tecnificadas es, fundamentalmente, la parte del trabajo destinada al trabajo libre. En cambio, en sus primeras fases, como las etapas de la primera industrialización, y en el Tercer Mundo, no sólo se apropia de este último, sino también de aquella parte del trabajo necesaria para la reproducción misma de la fuerza de trabajo. Con ello se produce, naturalmente, la extenuación del trabajador, e incluso su muerte física.

Constantin Meunier, La mina (1901)
En esencia, a lo que aspira el marxismo es a que no se explote «el trabajo dependiente», cosa que pretendió lograrse, básicamente, en el socialismo, si bien en este último continuará, de igual manera que en el capitalismo, la explotación del «trabajo libre». Su límite, pues, se encuentra en la justicia del trabajo dependiente, pero sin dar un paso más allá. Sin embargo, cuando hoy reivindicamos la realización del trabajo libre no nos referimos a la realización del ocio de cada cual, sino a la creación de un modo de producción del trabajo libre, algo que no pudo ser concebido por el marxismo por su dependencia teórica casi absoluta al trabajo únicamente dependiente, y por una concepción del ser humano ciertamente aún limitada, a excepción de brillantes intuiciones que se manifiestan generalmente en lo que se ha dado en llamar etapa del joven Marx. Y ello es capital si tenemos en cuenta que el trabajo libre -que, si es tal, responde a una vocación auténtica- es, como decimos, el esencial, pues es el único que es expresión de nuestra condición humana verdaderamente singular y solidaria, y como tal, nos libera de las servidumbres de fines externos a nosotros mismos que nos reducen al papel de meros medios: el dinero, el prestigio social, el consumo, el poder de control sobre otros, etcétera.

Las sociedad capitalista actual, en el Primer Mundo fundamentalmente, ha alcanzado un límite respecto a la compensación del trabajo dependiente (casi absoluto para este sistema) -y, por tanto, respecto a su capacidad de represión del propio trabajo libre. El primero crea condiciones de estrés y de sensación de sin sentido que no pueden compensarse ya sino con trabajo libre, apareciendo otros mecanismos sustitutorios como insuficientes o meros sucedáneos, puesto que, en nuestros días, lo psicológico y lo espiritual van cada vez más de la mano. Pero la represión de algo esencial supone siempre, como consecuencia, el traslado de esa energía (que no puede ser de ninguna manera eliminada) a esferas más contingentes, que toman una importancia desmesurada, como sucede con las formas compulsivas del trabajo o del consumo. Actualmente, pues, la exigencia que se impone es la consecución, no sólo del fin de la explotación del trabajo dependiente (que, por lo demás, tiene que mantenerse en sus justos términos), sino la del propio trabajo libre (que es casi absoluta), sólo posible mediante el fin de la apropiación privada de los recursos económicos, su consecuente distribución equitativa y el fin de la competencia.

Sin embargo, como se ha apuntado, la economía actual, denominada de libre mercado, es realmente una economía represiva en relación al fin último del trabajo. El fenómeno de la represión se produce cuando una instancia inferior impide el desarrollo normal de otra realidad que es relativamente independiente. Es por ello que la instancia represiva no puede pertenecer al sistema inmanente al cual reprime, sino que actúa desde «fuera» y «abajo», por así decirlo, dando lugar tanto a carencias (normalmente de elementos esenciales) como a hipertrofias (sobre todo en elementos contingentes). El capitalismo actual es una buena muestra de ello, al presentar, por un lado, un gran exceso de bienes y por otro, paradójicamente, carencias enormes. Hoy, la propia hipertrofia económica (todo en la actualidad parece tener una expresión económica), es el síntoma de que una instancia no económica está actuando y necesita de esa hipertrofia para desarrollarse y “alimentarse”.

Nuestra tesis es la siguiente: la ley que rige el capitalismo -la ley de la competencia para la obtención del mayor beneficio- no es una ley económica de esencia social, sino natural. La ley que se trata de imponer es una ley natural que funciona a nivel de individuos de una especie, si bien no al nivel del conjunto de las especies, las cuales no compiten entre sí, sino que se afirman unas a otras. Sin embargo, dicha ley se ha convertido en rectora de toda la economía y sirve de ley represiva para la objetivación de la verdadera naturaleza del trabajo y, por tanto, para el desarrollo del trabajo libre. Y ello fundamentalmente porque, pensamos,que lo que se reprime es la ley espiritual humana por excelencia, que no es otra que la de que «la afirmación de cada uno debe ser la condición de la afirmación de todos los demás».

Karl Marx y Friedrich Engels

Afirmar que la ley que rige la economía capitalista no es, en realidad, una ley económica, sino de naturaleza inferior, es, a nuestro parecer, de importancia capital, pues es la condición necesaria para eliminar su pretendida legitimidad y razón de ser. De esta forma, se muestra -cada vez más- como necesario eliminar la competencia a todos los niveles, porque ésta no revela sino un nivel ontológico inferior. En consecuencia, la esencia verdadera, y por tanto el fin último, de una sociedad libre es el trabajo libre, pues constituye, por un lado, el que da sentido al trabajo dependiente, o aquél por el que reproducimos nuestras condiciones materiales de vida, tanto sociales como biológicas, mientras que, por el otro, al ser el que tiene un fin en sí mismo, el ser humano se siente uno con su realización. Siendo bajo esta condición cuando, recordando las palabras de Machado, no se confunde precio con valor. Pues cuando este último es la expresión objetivada de lo mejor de nosotros mismos, es imposible tasarla, y sólo cabe ofrecerla como un presente a los otros. Y sólo así la economía del interés, o economía represora, aunque sea de la abundancia, pasa a ser la economía del amor, que no es sino la del trabajo libre y la generosidad.

Francisco Almansa González.

domingo, 12 de diciembre de 2010

EL APLAUSO DE LOS HOMBRES

¿Acaso no es santo mi corazón, de hermosa vida lleno
desde que amo? ¿Por qué me estimábais más
cuando era orgulloso y soberbio,
rico en palabras y más vacío?

¡Ay!, la muchedumbre gusta de lo que se aprecia en el mercado
y honra el esclavo sólo al violento;
en lo divino creen
sólo aquellos que lo son.

Friedrich Hölderlin, La muerte de Empédocles, Madrid, Hiperión, 1983, p. 108.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

EL OLIMPO FINANCIERO Y SUS SACERDOTES.

El Coloso, pintura negra de Goya
En un artículo del 28 de noviembre de 2010 de la sección económica del periódico El Mundo, Jordi Sevilla, ex ministro socialista del gobierno de Rodríguez Zapatero, vierte opiniones y expone argumentos que, a nuestro entender, suponen un salto importante e inquietante en relación a la legitimación del poder que el hipertrófico capital financiero ejerce, sin la más mínima traba legal, sobre el destino de pueblos enteros. No obstante, sus estados y gobiernos, más en concreto, no parecen estar preocupados sino por aplacar las iras que, desde ese Olimpo invisible que llaman los «mercados», sus olímpicos mercaderes nos hacen ostensibles lanzando fulminantes rayos sobre la llamada «deuda soberana». Una deuda que, paradójicamente, se adquirió cuando debido a la hybris (desmesura y soberbia) de tales divinidades, a la manera de Faetón, cayeron por su ceguera y arrogancia, e imploraron y aceptaron lo que sus representantes en el estado les ofrecieron. O sea: cantidades de dinero pertenecientes al erario público sólo comparables con la cosmología actual y la física de altas energías por la sucesión de ceros que requiere la cuantificación de ciertos fenómenos relativos a estas disciplinas.

Ahora bien, el Flamen Dialis o sacerdote jupiterino Jordi Sevilla, nos alecciona sobre el papel de este nuevo Panteón, cuya visibilidad nos está vetada. Pues, como se sabe, los dioses habitan en cumbres inaccesibles para la mirada de los simples mortales. Pero su voluntad y sus intenciones se comunican a través de sus sacerdotes oraculares: hombres de voluntad y mente ascética, adquirida a lo largo de numerosos masters, así como por el dominio de una ardua y sagrada jerga técnico-financiero. Lenguaje realmente hermético, por el que sin faltar nunca a la verdad -pues su forja ha sido el resultado de varias generaciones de hombres de auténtica fe abrahámica en la «Mano Invisible»- se nos dice, por ejemplo, que si la economía va bien no se debe subir los impuestos a los más ricos, ya que es debido a los bajos impuestos que éstos pagan por lo que la economía precisamente va bien. Pero cuando va mal, claro está, no es el momento tampoco, pues esto equivaldría a asfixiar la inversión necesaria. ¿Qué es lo que, de hecho, acaba por asfixiar? Es algo de mal gusto traerlo a colación, pues pertenece al lenguaje demagógico, prácticamente desterrado y hasta estigmatizado por los agentes sociales representantes del mundo del trabajo, hoy también iniciados en los esoterismos técnicos necesarios para ser admitidos en la Mesa Redonda del Diálogo y Concertación Social.

Pero dejemos hablar a Jordi Sevilla, al que le es de agradecer que nos diga en simple román paladino, para que no nos quepa dudas, la nueva situación en la que la soberanía popular se encuentra, sin que la soberanía popular, por supuesto, haya contado para nada a la hora de introducir esos nuevos actores invisibles, justicieros, fiscalizadores de nuestras malas acciones, a veces coléricos y hasta en ocasiones presos de cierta locura, muy propia por cierto de los dioses olímpicos. Recuérdese que el mismo Zeus padecía raptos de locura amorosa por ciertas mortales.

Tiziano, Rapto de Europa por Zeus (1559-62)

Dice Sevilla: «Hoy, en momentos de ataque de los mercados, no es la soberanía nacional la que se pone en cuestión, sino que la nueva soberanía compartida de que gozamos en este mundo globalizado incluye a los mercados como un elemento nuevo y adicional de control de las actividades de los gobiernos nacionales y que, en esta función, complementan a parlamentos y órganos regulares de supervisión cuando estos son demasiado imperfectos. ¿Hubiéramos conocido las mentiras contables del gobierno conservador griego sin las dudas expresadas por los mercados sobre dichas cuentas?
Sometidos al escrutinio de los prestamistas, los gobiernos nacionales deben de ser más cuidadosos en sus declaraciones y, sobre todo, en sus acciones. De hecho, podemos concluir que, salvo ataques transitorios de locura, los mercados penalizan precisamente la distancia existente entre lo que se dice por parte de los gobiernos endeudados y lo que se hace. Cuanto mayor sea esta distancia, mayor probabilidad de sufrir ataques existirá, porque lo que buscan los mercados de los responsables políticos nacionales es confianza, credibilidad y seriedad, no golpes de optimismo o de pesimismo.»

Resaltemos algunas de las ideas más significativas: «control de las actividades de los gobiernos nacionales». ¿Pero no son los parlamentos, en democracia, quienes controlan a los gobiernos, pues para eso han sido elegidos? Esto parece que pertenece a otra historia. Algún ingenuo podría preguntarse que quién ha elegido a “los mercados” para arrogarse dicho poder de control. No cae en la cuenta de que a los dioses nunca se les elige; sólo se les obedece.

«Sometidos al escrutinio de los prestamistas» -lapsus linguae, pues debería haber dicho, conforme al lenguaje políticamente correcto, "inversores"- «los gobiernos nacionales deben de ser más cuidadosos en sus declaraciones y, sobre todo, en sus acciones.» Remarquemos «y sobre todo en sus acciones», pues al sistema panóptico del Olimpo financiero nada se le escapa, muy al contrario que al pueblo soberano, cuyo papel es quedarse al margen de los secretos de los Olímpicos o de sus representantes en la tierra, como estamos viendo con el caso de WikiLeaks. Análogamente a Tiresias, que perdió la vista por revelar los secretos de los dioses a los mortales, Julian Assange perderá su honor y su libertad por cometer tan abominable sacrilegio.

Ya no es el pueblo el que castigará las acciones de sus representantes, sino los mercados: «podemos concluir que, salvo transitorios ataques de locura, los mercados penalizan precisamente la distancia entre lo que se dice por parte de los gobiernos endeudados»- porque así lo exigieron los olímpicos cuando en su locura dionisíaca de beneficios provocaron la mayor catástrofe financiera de la historia- «y lo que se hace».

Cuidado, por tanto, nos dice el sacerdote oracular, ya que a los dioses no se les puede engañar, y aunque a veces padezcan ataques transitorios de locura -cosa que a los humanos no nos toca juzgar, porque nuestra razón no alcanza a comprender las leyes de lo Trascendente- nunca dejarán pasar impunemente que sus representantes en este mundo pongan en riesgo el cobro de la deuda por motivos tan imperdonables como esa sensiblería humanista que se obstina en proteger, aunque sea de manera mezquina, a aquellos que por unas u otras razones son más vulnerables.

Dijo Jesús: «que allí donde está tu tesoro está también tu corazón». Pues bien, si los olímpicos son invisibles, sin embargo su corazón no lo es: basta mirar a Wall Street y los sístoles y diástoles de sus cotizaciones.

lunes, 6 de diciembre de 2010

UNA REACCIÓN CONTRA EL RELATIVISMO MODERNO: HUSSERL

Veamos, en algunas afirmaciones, la confianza del Husserl (1859-1938) en el ser humano, especialmente a través de su capacidad racional:


«la filosofía está ahí precisamente para despachar todas las anteojeras de la praxis y, en especial, de la praxis científica.»

«Y como consecuencia ulterior da por resultado la autocomprensión última del hombre en tanto que responsable de su propio ser humano». Y «lo hace comprendiéndose como racional y comprendiendo que la razón es racional en el querer-ser-racional, que esto significa una infinitud de la vida y del esforzarse hacia la razón, que la razón indica precisamente aquello hacia lo que el hombre en tanto que hombre desea llegar en su máxima intimidad, aquello que únicamente puede satisfacerlo, hacerlo “bienaventurado”, […] que el ser-hombre es un ser-teleológico». (Edmund Husserl, La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental, Crítica, Barcelona, 1991, pp. 236 y 283).

Otra reacción interesante: «El espíritu y la vida están mutuamente coordinados; y es un error fundamental colocarlos en hostilidad primordial o en estado de lucha». (Max Scheler, El puesto del hombre en el cosmos, p. 115).

Contrastemos las anteriores sentencias con las de algunos representantes del relativismo de nuestro tiempo:

«Hay algo sagrado en todo ser que ignora su propia existencia, en toda forma exenta de conciencia. Aquel que nunca ha envidiado al vegetal, ha pasado al lado del drama humano.» (E.M. Cioran, La caída en el tiempo, p. 143).

«Tal vez la vida, que tiene tanto en común con otros sistemas complejos energéticamente organizados, tenga en el fondo la prosaica función de transformar energía […]. Puede que seamos, parafraseando a T. Bankhead, “tan puros como el agua de cloaca”». Dorion Sagan y Eric D. Schneider, La termodinámica de la vida, Tusquets, p. 20.

viernes, 3 de diciembre de 2010

LA LIBERTAD Y EL TRABAJO COMO MEDIOS: LUDWIG VON MISES Y ALFRED MARSHALL.

Traemos a colación aquí algunas citas que pueden ilustrarnos acerca de los  “gloriosos” fundamentos ideológicos del capitalismo, cuyos descarnados planteamientos siguen hoy plenamente vigentes. Citémoslos literalmente. No tienen desperdicio:

«Quienes propugnaban la abdicación de la servidumbre, aduciendo argumentos de tipo humanitarista, quedábanse dialécticamente desarmados cuando se les probaba que, en muchos casos, la institución favorecía e interesaba también a los pobres esclavizados. Lógica era la perplejidad puesto que un solo razonamiento válido hay contra la esclavitud, desarbolando toda otra dialéctica, a saber, que el trabajo del hombre libre es incomparablemente más productivo que el del esclavo.» Ludwig von Mises, Liberalismo, Planeta-Agostini, Barcelona, 1994, p. 39. (Los subrayados son nuestros). Von Mises nace en 1881 ¡y muere en 1973!

«El liberal se rebela contra esas monsergas. Reclama la libertad para todos los seres humanos por motivaciones de otra índole. Al postular aquélla, no invoca, desde luego, ni a Dios ni a la Naturaleza […] siendo así que lo que estamos discutiendo son problemas puramente técnicos; y, en segundo lugar, porque lo único que afirma y aprueba es que el trabajo libre es más productivo que el servil […] por hallarse convencido de que tales ordenamientos sociales reducen el bienestar de la colectividad entera, incluido el de aquellos “amos” supuestamente tan gratificados.» Ludwig von Mises, Liberalismo… cit., p. 41. (Los subrayados son nuestros).

«Carece de interés para un ideario como el liberal, basado en fundamentos estrictamente científicos, el inquirir si el capitalismo es bueno o malo […]. Porque el liberalismo se ampara en las ciencias puras de la economía y la sociología, que ni pueden practicar juicios de valor, ni menos aún practicar dogmáticamente qué debiera ser y qué no debiera ser, qué sea el bien y qué sea el mal.» Ludwig von Mises, Liberalismo… cit., p. 115. (Los subrayados son nuestros).

«Podemos definir el trabajo como el esfuerzo de la mente o del cuerpo soportado parcial o totalmente con un fin distinto del propio placer derivado directamente del trabajo. Y si tuviéramos que empezar de nuevo, lo mejor sería considerar todo el trabajo como productivo». Alfred Marshall, Principios de economía. (Citado en Barber, W. J., Historia del pensamiento económico, Alianza, 1974, p. 164).

Y, en contraste, esta cita de Hegel, anterior al “progreso” capitalista, y cuyo planteamiento, tan legítimo y plenamente humano, se encuentra hoy en el más clamoroso de los olvidos:

«Este es el infinito derecho del sujeto: que se encuentre satisfecho de sí mismo en una actividad y trabajo» (Citado por Karl Jaspers, Origen y meta de la Historia, Altaya, Barcelona, 1994, p. 153. El subrayado es nuestro).
 
Imagen: Ludwin von Mises (tomada de http://www.elrevolucionario.org/).

jueves, 2 de diciembre de 2010

CONFERENCIA EXPOSICIÓN DE LA FILOSOFÍA AFIRMACIONISTA

Tal y como se ha venido anunciando, tendrá lugar esta tarde la conferencia Exposición de la Filosofía Afirmacionista por parte de Francisco Almansa, filósofo y promotor y presidente de la Asociación Aletheia.

Él mismo es el creador de esta filosofía, que viene desarrollando hace un tiempo, y que se presenta como alternativa a la crisis filosófica planteada especialmente desde la irrupción del llamado "pensamiento débil" o postmoderno, si bien posee su origen en la crisis del marxismo como último intento para transformar la realidad.

El Afirmacionismo posee proyeccción, más mediata o inmediata, como todo pensamiento filosófico serio, en todos los ámbitos que se consideran esenciales de la realidad humana: la economía, la política o la ética, con claras aspiraciones de transformación social, algunas de las cuales aparecen expuestas en nuestro blog.
Os esperamos.
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