viernes, 24 de agosto de 2012

SCHUMACHER: LA HUMANIZACIÓN DEL TRABAJO


El Roto. Diario El País, 4 septiembre 2014.

El economista Schumacher, del que hemos traído ya a este blog algunas citas, sigue inspirándonos. De su libro Lo pequeño es hermoso o Tratado de economía como si la persona importara, nos hace reflexionar de nuevo acerca de la necesidad de la humanización del trabajo. Aquello que se separa de su auténtica naturaleza (y así lo hacemos nosotros cuando permanentemente nos vemos obligados a someternos a un trabajo fragmentado y empobrecedor) acaba haciéndonos pagar un alto precio por ello. Una cuestión que ya en los años setenta planteaba como de pura supervivencia. Así lo expone él mismo, si bien refiriéndose en esta ocasión únicamente al trabajo productivo de objetos:

«A pesar de que estas estimaciones no deben tomarse demasiado literalmente, sirven bastante adecuadamente para mostrarnos lo que la tecnología nos ha ayudado a hacer, es decir, reducir la cantidad de tiempo realmente empleado en la producción en su sentido más elemental a un porcentaje tan pequeño del total del tiempo social que resulta insignificante. […]

El proceso de limitar el tiempo productivo al 3,5 por ciento del total del tiempo social ha tenido el efecto inevitable de eliminar todo placer y satisfacción humana normales del tiempo empleado en este trabajo. Virtualmente toda producción real ha sido transformada en una tarea inhumana que no enriquece al hombre sino que lo vacía. “De la fábrica”, se ha dicho, “la materia muerta sale mejorada, mientras que los hombres que allí trabajan salen corrompidos y degradados”.

Podemos decir, por lo tanto, que la tecnología moderna ha privado al hombre moderno de la clase de trabajo que él disfruta más, trabajo creativo, útil, hecho con sus manos y su cerebro, y le ha dado abundante trabajo de un tipo fragmentado, la mayor parte del cual no le produce satisfacción. Ha multiplicado la cantidad de gente que se encuentra extremadamente ocupada en hacer una clase de trabajo que si es realmente productivo lo es sólo de manera indirecta y mucho del cual no sería necesario en absoluto si la tecnología fuera bastante menos moderna. Karl Marx parece haber anticipado mucho de esto cuando escribió: “Desean que la producción esté limitada a cosas útiles, pero se olvidan de que la producción de demasiadas cosas útiles da lugar a demasiada gente inútil”, a lo que nosotros podemos agregar: particularmente cuando los procesos de producción son aburridos y desprovistos de alegría. Todo esto confirma nuestra sospecha de que la tecnología moderna, en la manera en que se ha desarrollado, se está desarrollando y promete desarrollarse en el futuro, está mostrando un rostro cada vez más inhumano y haríamos bien en analizar nuestra situación y reconsiderar nuestras metas.

Analizando nuestra situación podemos decir que poseemos una vasta acumulación de nuevos conocimientos, técnicas científicas espléndidas para incrementarlos y una inmensa experiencia en su aplicación. Todo esto tiene parte de verdad. Este conocimiento verdadero, como tal, no nos compromete a una tecnología del gigantismo, a la velocidad supersónica, a la violencia y a la destrucción del trabajo agradable al hombre. […]

Como he mostrado, el tiempo directamente productivo en nuestra sociedad ya ha sido reducido a alrededor del 3,5 por ciento del total del tiempo social y el desarrollo de la tecnología moderna lo ha de reducir aún más […]. Imaginemos que nos proponemos una meta en la dirección opuesta, incrementarlo en seis veces, hasta alrededor del 20 por ciento, de modo que el 20 por ciento del total del tiempo social se utilizase para producir cosas, empleando las manos y el cerebro y, naturalmente, herramientas excelentes. ¡Un pensamiento increíble! Incluso los niños y los viejos podrían ser útiles. Con un sexto de la productividad actual deberíamos producir tanto como ahora. Habría seis veces más de tiempo por cada pieza que eligiésemos hacer, suficiente como para hacer un buen trabajo, para disfrutar con él, para producir calidad e incluso para hacer cosas hermosas. Pensemos en el valor terapéutico del trabajo y en su valor educacional. […]. Todo el mundo tendría acceso a lo que es ahora el más raro privilegio, la oportunidad de trabajar útil y creativamente, con sus propias manos y cerebro, sin prisas, a su propio ritmo y con herramientas excelentes. ¿Significaría esto una enorme extensión de las horas de trabajo? No, la gente que trabaja de esta manera no conoce la diferencia entre trabajo y ocio. A menos que duerman o coman o elijan ocasionalmente no hacer nada, están siempre ocupados de una forma agradable y productiva. Muchos de los “trabajos no productivos” desaparecerían y yo dejo a la imaginación del lector el identificarlos. Habría muy poca necesidad de entretenimientos vulgares e incuestionablemente menos enfermedades.


Podría decirse que ésta es una visión romántica, utópica. Es verdad. Lo que tenemos hoy en la sociedad industrial moderna, no es romántico ni ciertamente utópico, tal como vemos ante nosotros. Pero se encuentra en tremendas dificultades y no promete sobrevivir. Vamos a necesitar el coraje suficiente para soñar si es que deseamos sobrevivir y dar a nuestros hijos una posibilidad de supervivencia. La triple crisis de la que he hablado no ha de desaparecer si seguimos como antes. Llegará a ser peor y terminará en un desastre, a menos que desarrollemos un nuevo estilo de vida que sea compatible con las necesidades reales de la naturaleza humana, con la salud de la naturaleza viva que nos rodea y con la dotación de recursos que tenemos en el mundo.

Ahora bien, éstas son realmente palabras mayores, no porque un nuevo estilo de vida que cumpla con estas exigencias sea imposible de concebir, sino porque la presente sociedad de consumo es como un drogadicto que a pesar de lo mal que pueda sentirse encuentra extremadamente difícil salir del atolladero. Los hijos problema del mundo, desde este punto de vista […], son las sociedades ricas y no las pobres».

Subido por Rosa Mª Almansa (Aletheia).

(De este mismo autor recomendamos otro artículo de nuestro blog: LAS PREOCUPACIONES ÉTICAS DE UN ECONOMISTA y EL TRABAJO DESHUMANIZADOR: E. F. SCHUMACHER.

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