viernes, 4 de febrero de 2011

UTOPÍA

HobbemaLa avenida de Middelharnis (1680) 

Podría definirse la Utopía como una representación ideal que busca una forma de organización social en la que el ser humano encuentre la unidad consigo mismo y con la naturaleza.

El alejamiento prácticamente generalizado en nuestros días de objetivos utópicos, cuando, sin embargo, son más necesarios, precisamente porque sólo ellos pueden regenerarnos y, por tanto, impulsarnos hacia la salida de una situación que aparentemente carece de ella, nos ha movido a hacer una reflexión sobre aquéllos. Para ello nos hemos basado en los trabajos de base y en las conclusiones de la charla-coloquio sobre La utopía después del fin de la Historia que celebramos en la librería La Compañía del Libro-Aletheia el 15 de octubre de 2009, y que moderó Francisco Almansa González. Se trata de un breve repaso sobre algunos de los hitos fundamentales del pensamiento utópico, que demuestra, como se verá, asombrosas coincidencias, de algunas de las cuales no estaría mal que tomáramos buena nota. Son éstas:

PLATÓN: Preconizaba un comunismo absoluto para los gobernantes (los sabios y los guerreros).

SAN AGUSTÍN: Para él, la propiedad privada es principio de todos los males y recomienda, por lo menos para los sacerdotes, la comunidad de bienes. Como dejó escrito: «La desaparición de la propiedad aumenta la caridad».

PADRE MARIANA (siglos XVI-XVII): basándose en informes como el de Mancio Sierra de Leguizano a Felipe II y del padre Acosta en su Historia natural y moral de las Indias relativos a las comunidades indias del Perú, escribió: «Es en nosotros un deber de humanidad abrir para todos las riquezas que hizo Dios comunes para todos los hombres, pues a todos dio en patrimonio la tierra para que con sus frutos viviesen todos, indistintamente, y sólo la desenfrenada codicia pudo vindicar para sí ese don del cielo, haciendo propiedad suya los alimentos y las riquezas que no podían ser sino propiedad de todos.»

 Patinir, Paisaje (detalle), 1516-17


TOMÁS MORO: Aunque era hombre rico, sin embargo, como idealista cristiano era partidario del comunismo de los Padres de la Iglesia. Escribe: «Donde las posesiones son privadas es difícil y casi imposible que la nación sea gobernada con justicia y prospere.»

En el mismo siglo XVII se escribieron otras dos obras famosas: Cristianápolis, del alemán ANDREAE, y La Ciudad del Sol, del italiano CAMPANELLA. El primero nos dice: «Ser sabio y trabajador no es incompatible, si hay moderación»; y esta moderación sólo es posible en su república. Para Campanella, el comunismo de bienes es total (medios de producción y medios de consumo incluidos).

JEAN-JACQUES ROUSSEAU: Para él la solución sólo puede ser una: que el hombre, regresando al estado natural, no se someta a otra voluntad que a la de la comunidad. «Cuando cada uno se entrega a todos, no se entrega a nadie», escribe.


GASPAR MELCHOR DE JOVELLANOS: Escribe: «En el progreso del espíritu humano hacia su perfección, será más de esperar que el hombre abrace la primitiva comunidad de bienes, que no acierte a conciliar esta quimérica igualdad de fortunas con el establecimiento de la propiedad.»

Otra de sus frases conocidas, cuando era ministro ilustrado: «En el estado natural, los hombres tienen una idea muy imperfecta de la propiedad. ¡Ojalá que jamás la hubieran entendido!»

SOCIALISMO UTÓPICO:
FRANÇOIS-NÖEL BABEUF (primer socialista utópico, durante la Revolución Francesa). Sus ideas estaban contenidas en el Manifiesto de los iguales: «La Naturaleza -afirmaba- ha dado a todos y a cada uno igual derecho al disfrute de todos los bienes». Estipulaba la eliminación de la herencia y, por último, la supresión del dinero.

SAINT SIMON (1760-1825): En su Carta de un habitante de Ginebra a sus contemporáneos propone un gobierno ilustrado formado por científicos y artistas. Sus objetivos primeros eran: combatir la herencia de los medios de producción y de la tierra y abolir el interés del capital. Como cristiano que era, escribe: «En el nuevo cristianismo, toda moral se derivará inmediatamente de este principio: los hombres deben considerarse como hermanos. Este principio, que pertenece al cristianismo primitivo, recibirá una glorificación, y en su nueva forma dirá: la religión debe ayudar a la sociedad en su principal propósito, que es la mejora más rápida de la suerte del pobre.»

CHARLES FOURIER: Para este pensador, la historia tiene una meta última, que es la de la armonía. Etapas previas habían sido: la barbarie, el salvajismo, la sociedad patriarcal y la civilización. En la etapa última o de la armonía es donde los intereses individuales y los sociales se corresponderían en una perfecta coincidencia. En el ámbito del trabajo, proponía una nueva sociedad donde las tareas fuesen libres, variadas y atractivas.
Jacob Isaaksz van Ruisdael, Orilla del río (1649), 

ETIENNE CABET (1788-1856): En su libro Viaje a Icaria, inspirado en Tomás Moro, el cristianismo primitivo, Rousseau, Diderot, el comunista Babeuf y Robespierre, propone una sociedad donde todo es propiedad del Estado: las industrias, las tierras y las casas. El producto del trabajo se divide por igual entre los trabajadores.

ROBERT OWEN: Rico industrial y socio y gerente de una fábrica de hilados, creó en Escocia New Lanark, una especie de estado de bienestar, acompañado de enérgicas medidas sanitarias y prohibición de la bebida, prostitución, etc. En cinco años, la miseria había desaparecido del pueblo. Al tener que cerrar temporalmente la fábrica en 1806, los obreros continuaron cobrando el sueldo completo. Y, no obstante, los propietarios siguieron ganando más que los otros fabricantes británicos, teniendo en cuenta que éstos sólo trabajaban diez horas diarias, en comparación con las 14 ó 15 de las otras industrias.

En su obra Nuevo enfoque sobre la sociedad, explicó que con la cooperación se obtenían mayores resultados económicos y sociales que con la competencia o la iniciativa y el interés individuales. De aquí Owen fue derivando hacia el comunismo, y en 1817 se hizo utopista. Entre sus nuevas propuestas dentro del marco de relaciones comunistas estaban: el trabajo obligatorio, la autonomía de las comunidades, que combinarían las ventajas de la ciudad y el campo y la cooperación entre sí; y la exigencia de que la maquinaria fuese moderna.

Naturalmente, dentro de este contexto de pensamiento utópico resulta absolutamente esencial el pensamiento marxista, que aporta nueva solidez y extensión al mismo.

FREDERIC SKINNER: En 1948 (en su obra Walden Dos), describe una comunidad de hombres y mujeres que rigen su convivencia conforme a los hallazgos científicos de la psicología social. Este carácter científico al margen de las ideologías es lo que caracteriza el pensamiento de Walden Dos.

Se trata, en el campo educativo, de fortalecer el carácter de los niños por medio de ejercicios sencillos que los hagan inmunes al desaliento y al fracaso.

Asimismo, se establece el objetivo de debilitar el lazo familiar nuclear de la familia burguesa, haciendo responsable a la comunidad de gran parte de su educación. Con ello se fomentarían los sentimientos paternales de la mayoría hacia todos los niños.

La economía se basaría en una combinación de la agricultura con la industria, pero en un marco natural. Todos trabajan, incluidos los niños (desde que pueden hacerlo). El tiempo de trabajo es de cuatro horas, con flexibilidad en el horario. El trabajo no se paga, pero su cumplimiento se registra en un libro, a manera de créditos, y unos trabajos tienen un crédito más alto que otros por ser más difíciles o desagradables.

Junto a todo ello, se fomenta la ciencia y el arte, así como los sentimientos comunitarios.

En función de todo lo anterior, puede deducirse un denominador común de la generalidad de las utopías, que puede resumirse como sigue:

1.Afirmación de lo comunitario en relación a lo particular. Esto implica siempre, o en la mayoría de los casos, alguna forma de comunismo.

2.Potenciación de actividades que impliquen el desarrollo de la personalidad.

3.Relajación de los lazos paterno filiales de la familia patriarcal o burguesa.

4.Eliminación de la competencia para fomentar los sentimientos comunitarios que promuevan la colaboración.

5.Nuevas relaciones entre naturaleza y organización social.

6.Papel rector de los más sabios como hombres de elevada espiritualidad que han superado las pruebas de la vida.

7.Compatibilidad entre utopía y sentimientos religiosos.

2 comentarios:

Juan Ferrero dijo...

San Agustín también dijo: El rico es un ladrón o un hijo de ladrón.

Asociación Aletheia dijo...

También estamos nosotros en la línea de San Agustín. Gracias por tu comentario. Salud.

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