lunes, 21 de noviembre de 2011

EL TRABAJO DESHUMANIZADOR: E. F. SCHUMACHER


Hemos querido traer unas citas del economista E.F. Schumacher (1911-1977) por su enorme actualidad y por poner valientemente de manifiesto una de las más clamorosas omisiones de nuestra civilización: la deshumanización por el trabajo y su causa: la asfixia del trabajo libre, aun en condiciones materiales favorables para su desarrollo: 

«El tercer requisito es tal vez el más importante de todos: que los métodos y las maquinarias dejen amplio lugar para la creatividad humana. […] ¿Qué queda del hombre si el proceso de producción “elimina del trabajo todo atisbo de humanidad haciendo de él una mera actividad ‘mecánica’? El obrero mismo se transforma en el remedo de un ser libre.
[…]
El tema es tan amplio que no puedo hacer más que tocarlo muy someramente. Por encima de todas las cosas hay necesidad de una adecuada filosofía del trabajo que lo entienda no como lo que ha llegado a ser, una tarea inhumana a ser reemplazada tan pronto como sea posible por la automatización, sino como algo “decretado por la Providencia para el bien del cuerpo y del alma del hombre”. […]

“La guerra es un juicio –decía Dorothy L. Sayers- que se precipita sobre las sociedades cuando éstas han estado viviendo de acuerdo a ideas que se oponen violentamente a las leyes que gobiernan el universo… Jamás pensemos que las guerras son catástrofes irracionales: las guerras ocurren cuando formas erróneas de pensar y de vivir conducen a situaciones intolerables.” Desde un punto de vista económico, nuestra equivocación básica consiste en vivir alimentando sistemáticamente la codicia y la envidia, construyendo así un orden de deseos totalmente ilegítimos. Es el pecado de la codicia el que nos ha arrojado en las poderosas garras de la máquina. Si la codicia, asistida ferozmente por la envidia, no fuese la maestra del hombre moderno, ¿cómo puede ser que la locura del economicismo no se reduzca en tiempos en que se obtienen más altos “niveles de vida” y son precisamente las sociedades más ricas las que persiguen ventajas económicas con absoluta voracidad? ¿Cómo podríamos explicar el rechazo casi total por parte de los que dirigen las sociedades ricas (estén éstas organizadas en empresas privadas o en empresas colectivas) del esfuerzo común hacia una humanización del trabajo? Basta que se diga que algo reducirá el “nivel de vida” para que toda posibilidad de debate desaparezca de inmediato. El hecho de que ese trabajo que destruye el alma carece de sentido, es mecánico, monótono y embrutecedor, constituye un insulto para la naturaleza humana y produce necesaria e inevitablemente escapismo o agresión, y el hecho de que ninguna cantidad de “pan y circo” puede compensar por el daño causado son cosas que nadie niega ni reconoce, porque negarlas sería demasiado absurdo y reconocerlas condenaría la preocupación central de la sociedad moderna como un crimen en contra de la humanidad.

Fotograma de 'Un dios salvaje' de R. Polanski (2011).
 El olvido, y aun el rechazo, de la sabiduría ha ido tan lejos que la gran mayoría de nuestros intelectuales no tienen ni siquiera una remota idea acerca del significado de la palabra. En consecuencia, están siempre tratando de curar una enfermedad por medio de la intensificación de sus propias causas. La enfermedad proviene de reemplazar la sabiduría por la técnica y ninguna dosis de investigación técnica parece ser capaz de producir una curación efectiva. Pero, ¿qué es la sabiduría? ¿Dónde se puede encontrar? Aquí llegamos al corazón del problema; podemos leer acerca de ella en numerosas publicaciones pero sólo puede ser encontrada dentro de uno mismo. Uno tiene que liberarse primero de maestros tales como la codicia y la envidia para estar en condiciones de encontrarla. La tranquilidad que sigue a la liberación, aunque sólo sea momentánea, posibilita una percepción de la sabiduría que no puede ser obtenida de otra manera.

Ella nos permite ver el vacío y las insatisfacciones de una vida dedicada básicamente a la obtención de fines materiales, con detrimento de lo espiritual. Tal vida necesariamente enfrenta al hombre contra su prójimo y a las naciones entre sí, porque las necesidades del hombre son infinitas y la infinitud puede ser alcanzada sólo en el reino de lo espiritual, jamás en lo material. […] Sin sabiduría el hombre se ve obligado a construir una economía monstruosa que destruye el mundo y a buscar afanosamente satisfacciones fantásticas».

E.F. SCHUMACHER, Lo pequeño es hermoso, Orbis, 1983, pp. 36-39.

(Subido por Rosa Mª Almansa Pérez).

Del mismo autor le recomendamos: LAS PREOCUPACIONES ÉTICAS DE UN ECONOMISTA y SCHUMACHER: LA HUMANIZACIÓN DEL TRABAJO.

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