Rodin, El Pensador (1902) |
Heidegger es considerado como uno de los referentes más importantes junto con Nietzsche del pensamiento postmoderno, que es el que hoy rige como pensamiento dominante, tanto en las sensibilidades de derecha como las de izquierda. La paradoja, sin embargo, estriba en que los forjadores propiamente dichos del mismo, que no son por supuesto los anteriores pensadores, calificaron de débil a su propio pensamiento, aunque han hecho todo lo posible por fortalecerlo, no desde luego buscando una mayor coherencia al mismo, que es lo mínimo que el pensar exige. No. Su fortaleza le viene de que se ha convertido en uno de los componentes ideológicos del sistema más eficaces, y esto es así porque no es precisamente el pensamiento fuerte algo querido por un sistema cuyo verdadero poder se basa en el vaciamiento de todos los valores, excepto el valor de cambio, claro está; pero sucede que el pensamiento, cuando es coherente, es creador de valores, como bien Nietzsche supo ver.
Ahora bien, crear nuevos valores significa crear un nuevo mundo, y la mejor manera de evitar esto es, como hemos dicho anteriormente, vaciar de contenido a todos ellos. Pero sin valores perfectamente diferenciados y jerarquizados, resulta que ningún mundo es posible.
Umberto Boccioni, (Pintura Futurista), 1915 |
Como son hoy justamente los pensadores postmodernos los que reivindican a Heidegger como un referente propio, a la vez que son ellos los desvalorizadores supremos del pensamiento, añadimos a este comentario una cita de este filósofo que pertenece al curso que sobre Nietzsche dio durante el semestre de invierno de 1936-1937, y que constituye la ocasión para confrontar su filosofía con la de su compatriota más polémico, pero que como se ve en el párrafo a citar muestra su total acuerdo con él. Asimismo, se pone de relieve cómo son las épocas de decadencia aquéllas en las que, al faltar el pensamiento, se sobreactúa, lo cual lleva a esa artificial separación entre teoría y práctica. Dice a este respecto Heidegger:
«Ésta (la visión de Nietzsche) consiste, entre otras cosas, en hacer visible por medio de la propia historia, en una época de decadencia, de falsificación de todo, de mera actividad en todos los ámbitos, que el pensar de gran estilo es un auténtico actuar, un actuar en su forma más poderosa, aunque también más silenciosa. Aquí la habitual distinción entre la "mera teoría" y la "práctica" útil no tiene ya ningún sentido».
MATÍN HEIDEGGER, Nietzsche, Planeta, 2013, p. 214.
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