Han llegado tiempos temibles: los del “pensamiento blando” y la palabra humillada. Una indiferencia envenenada se levanta lentamente, como una mala niebla de los tumultos actuales. Los discursos, razonamientos modernos, se inclinan a lo engolado y ridículo. Ya nada será verdadero ni falso, todo será “igual” en un mundo de palabrería y de sospecha. Filosofía, política, literatura, periódicos: una logorrea de frases vacías y de bagatelas sumerge a una época que presencia el triunfo de la imagen sobre la palabra, de la “realidad” sobre la verdad. Tiempos de abandono y de desesperanza, de irresponsabilidad y de “hablar para no decir nada”... Esta apoteosis de la idolatría de la técnica, de la entraña misma de una realidad falsificada, estas imágenes proliferantes y estos dioses mentirosos están tramando poco a poco algo intolerable. “Un sufrimiento agudo”, dice Jacques Ellul, “un terror. El hombre no puede vivir privado de verdad. Ignora con exactitud qué mal le aqueja, pero vive con el pánico latente, con la desesperación de no ser siendo”.
Contraportada del libro La palabra humillada, de Jacques Ellul. SM, Madrid, 1983
Jacques Ellul nació en Burdeos en 1912. Doctor en Derecho. Suspendido por el régimen de Vichy, participó activamente en la Resistencia. Desde 1953 fue miembro del Consejo de la Iglesia reformada de Francia. Filósofo y teólogo, ha publicado numerosos libros difundidos por el mundo entero. Murió en su ciudad natal en 1994.
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«Hemos discutido también en otro nivel, donde la cuestión planteada no es ya la relación entre una lengua y una cultura, sino más bien la relación entre lenguaje y cultura en general. Y sin embargo, ¿no hemos descuidado un poco este aspecto? En el curso de las discusiones no se ha considerado nunca el problema planteado por la actitud concreta de una cultura hacia su propia lengua. Para tomar un ejemplo, nuestra civilización trata el lenguaje de una manera que se podría calificar de inmoderada: hablamos a propósito de todo, todo pretexto es bueno para expresarnos, interrogar, comentar... Esta manera de abusar del lenguaje no es universal, ni siquiera frecuente. La mayoría de las culturas que llamamos primitivas emplean el lenguaje con parsimonia; no se habla en todo momento ni a propósito de cualquier cosa. En ellas, las manifestaciones verbales están a menudo limitadas a circunstancias prescritas, fuera de las cuales se escatiman las palabras».
Claude Lévi-Strauss, Antropología estructural, Altaya, Barcelona, 1994, pp. 109-110.
Paul Gauguin, ta-matete (1892) |
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1 comentario:
La Nada avanza... las palabras pierden su alma, la verdad se piensa imposible, lo efímero reemplaza a lo permanente, el tiempo se hace corto, la vista también... ¿para qué? dicen... ¿hay algo que merezca la pena? piensan los huérfanos de sentido... sería mejor morir... pero ignoran que la muerte no existe.
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